Las navidades de 1957 no fueron
malas del todo y resultaron casi divertidas para algunos, aunque no para
aquellos que debían estar de guardia permanente. El espíritu militar de
aquellos jóvenes estaba salpicado de anécdotas simpáticas con las
intervenciones artísticas de algunos de nosotros.
Carmen Sevilla y Miguel Gila,
entre otros artistas del momento, llegaron allí para actuar ante los
paracaidistas y así alegrar un poco la Noche Buena de aquel año.
La insistencia del teniente Galera me obligó a hacer el curso de cabo y sin proponérmelo me encontré con el nombramiento de cabo segunda, interino. Pienso que gracias a este nombramiento y cuando después de ser herido ingresé en el Benemérito Cuerpo de Caballeros Mutilados porla Patria ,
mis siguientes ascensos no comenzaron desde soldado raso, ahorrándose un tiempo
muy valioso para posteriores ascensos. Con el nombramiento de cabo de segunda y
mis galones cosidos a la hombrera de mi uniforme de faena y a la bocamanga del
traje de paseo, pude acceder al cargo de ayudante del maestro armero de la I ª Bandera paracaidista
destacada en Ifni. Allí llegué a familiarizarme con armas cortas de todo tipo.
Cuando las pistolas o los revólveres de los oficiales estaban recompuestas por
el Maestro, yo era el encargado de hacer las prácticas de funcionamiento y
tiro, y cuando llegaban armas desconocidas e inservibles, yo también me
encargaba de desmontarlas para recuperar algún elemento que pudiese valer para
los arreglos de otras armas. Para hacer las prácticas de tiro con las pistolas
arregladas, me iba a una playa lejos del cuartel y allí disparaba cuantos
cartuchos de diferentes calibres fueran necesarios. Me llevaba a dos de mis
colegas como escoltas y vigilantes, en concreto a Guillermo Guajardo y a José
Gascón, ya que aquello no era legal del todo, y así ellos también practicaban
disparando en diferentes posturas a todo lo que nos proponíamos. Llegaron los
nuevos fusiles de asalto Cetme y por aquello de ser el ayudante del Maestro
armero, fui de los primeros paracaidistas, después de varios oficiales, en
comprobar la eficacia de ese nuevo fusil de asalto de diseño y fabricación
enteramente española muy bien aceptado en aquellos días por otros ejércitos del
mundo. Al parecer, seguían funcionando a pesar de haberles metido adrede en
polvo y barro.
La insistencia del teniente Galera me obligó a hacer el curso de cabo y sin proponérmelo me encontré con el nombramiento de cabo segunda, interino. Pienso que gracias a este nombramiento y cuando después de ser herido ingresé en el Benemérito Cuerpo de Caballeros Mutilados por
Anteriormente a este relato y en una acción de apoyo para la retirada de
otras fuerzas españolas, intervine en un destacado hecho de guerra que quedaría
expuesto en las páginas del libro “La Guerra Ignorada de
Ifni”, escrita por el periodista Ramiro Santamaría. Sin embargo y como no era
para tanto, ni mi compañero Vico ni yo fuimos condecorados por aquella acción.
También en otro libro, esta vez sólo sobre los paracaidistas en Ifni, otro
autor citaría ésta y otras situaciones en la que yo intervine. Este libro me le
regaló mi hija Laura el año 1998. También conservo y para siempre, el libro
sobre la instrucción paracaidista que me dieron al comienzo del curso en
Alcantarilla. Tiene por título el de Manual de Paracaidismo y está fechado y
editado en Alcantarilla en 1955.