lunes

Honor y gloria a los que dieron su vida por España

Con el especial homenaje a la bandera, de Rogelio García Galindo

https://www.youtube.com/watch?time_continue=18&v=V5y_-gjPzzQ




Un escrito de José Antonio Crespo-Francés


En Ifni las líneas de comunicaciones militares habían quedado cortadas. Desde algunos fuertes y puestos avanzados llegaban agónicas peticiones de auxilio. Los marroquíes por miles, envalentonados y bien armados invadieron la provincia española, dispuestos a pasar a cuchillo a los españoles. Tiugsa, Temín, Tabelcut, Tiluín, Tezlata e Isbuía emitieron informes de que estaban siendo atacados por fuerzas marroquíes. En Sidi-Ifni, la población se levanta de la cama con un nudo en el pecho.

Los puestos fronterizos y los destacamentos más pequeños se perdieron en la oleada enemiga. Algunos, defendidos por saharauis leales resistieron hasta la muerte. En la capital se rechaza a duras penas el ataque marroquí con apenas municiones para los viejos máuser de cinco tiros, sin granadas para morteros descalibrados y viejos, ni combustible. Soldados españoles sin botas, alpargatas de esparto y cuerda, acostumbrados de siempre a luchar solos y sin esperanzas, detienen a los marroquíes, que pese a su superioridad, no asaltan, se limitan a bombardear con morteros. Morteros nuevecitos vendidos por los españoles… ¡Que tiene cojones la cosa!

Lo mismo pasaba en los fuertes asediados… Hazaña olvidada de nuestra memoria. Soldados que pese al abandono, la miseria, la distancia, la pasada guerra civil, sin comida, agua, munición, ni certeza de victoria, aguantaron entre bombazos y disparos a un enemigo muy superior. No permitieron que les echasen, no al menos gratis, no al menos sin plantar cara y dejarles claro que dentro de aquellos fuertes, estaban unos de los más duros soldados del mundo. El ejército de las alpargatas, pero de los huevos de hierro.

Sesenta Tiradores de Ifni, con españoles peninsulares y saharauis, defendieron el puesto de Tiliuín ante el ataque marroquí desde el mismo día veintitrés de noviembre. Igual que en las películas de la Legión Extranjera francesa, que a ellos les hacen películas y documentales, lo contrario que aquí donde no se ensalzan las batallas, valor, sacrificio y bravura de nuestros soldados.

Imaginemos el desierto, la arena y el calor sofocante, la línea del horizonte llena de enemigos que atacan y atacan sin descanso en oleadas inacabables. El fuego incesante de mortero sobre la posición, las ametralladoras barriendo las murallas… Imaginen a los españoles en las aspilleras, venga a meter peines al máuser, que es viejo pero fiable y preciso, ¡menos mal que algo funcionaba!, porque los morteros se atascaban cada dos tiros, y las granadas no sabe uno si iban a estallar al salir de la boca del mortero… Y apenas hay agua y comida para los sesenta soldados y los civiles que hay refugiados allí.

El veinticinco de noviembre, al amanecer, viejos motores romper el aire del desierto. Una escuadrilla de vetustos Heinkel 111, que rasantes ametrallan el suelo. Los yanquis han vetado el uso de armamento fabricado por ellos… Detrás los JU 52, igual que en Creta, lanzan una nube de pequeñas siluetas que se recortan en la oscuridad y descienden cerca del fuerte.

Son los paracaidistas del capitán Sánchez Duque, descienden bajo un intensísimo fuego enemigo, que dispara sobre ellos mientras están en el aire e intentan acribillarlos al tomar tierra. El primer salto de combate… Los fogonazos saliendo de todas partes para recibir a los novatos paracas, que sin embargo saben reaccionar, responden al fuego y entran en el fuerte con algunos heridos, pues traen órdenes de reforzar la guarnición y defender el fuerte.

Por aire se suministra munición y agua, las cajas se desparraman y destrozan al caer, por fortuna el viejo máuser dispara lo que sea, el agua y los víveres apenas dan para la ración diaria y además desde Madrid insisten en recuperar los paracaídas utilizados.

Se hacen salidas para recuperarlos y en el fuerte ciento treinta españoles luchan y mueren defendiendo su bandera. Aguantarán hasta el tres de diciembre en el que una Bandera de La Legión rompe el cerco enemigo y los saca de allí. El camino hasta Sidi-Ifni no será ningún camino de rosas, sin vehículos y repeliendo emboscadas cada pocos kilómetros. Se unirán a otra columna de liberados desde otro destacamento igualmente duramente atacado por los marroquíes.

El fuerte de Tzelata rodeado por fuerzas muy superiores, había sido atacado, al igual que los otros a primera hora del veintitrés de noviembre. El fuerte de Tzelata rodeado por fuerzas muy superiores, había sido atacado, al igual que los otros a primera hora del veintitrés de noviembre, con morteros y barrido con ametralladoras cada noche. Habían pedido socorro y abastecimiento a la capital, pues estaba, como todos con lo justo pero no para un asedio largo y duro como aquel.

Una sección paracaidista es enviada en ayuda del fuerte, con camiones, ambulancias, medicinas y municiones. El camino hasta Tzelata fue una continua escaramuza contra el enemigo emboscado que inunda peñas y chumberas. El convoy no puede llegar hasta el fuerte, se queda a un par de kilómetros. Sobre una loma se organiza la defensa, con cuatro piedras, zapapicos y el valor y la determinación de aquellos valientes que con las bocas secas gritaban viva España mientras rechazaban, a la bayoneta todos los ataques enemigos.
Los del fuerte los ven en la distancia y de lejos se apoyan unos a otros porque el enemigo no tiene intención de abandonar. Unos y otros aguantarán firmes, viendo caer a los compañeros hasta que el dos de diciembre se rompe el cerco de los moros y se rescata a nuestros compatriotas. Se unirán a los que llegan desde Tiluín sedientos y rotos como ellos, pero con el orgullo pintado en los rostros demacrados de labios cortados. Los muertos inertes y fríos van en un camión, y sus almas estaban ya en el paraíso, junto a los miles de compatriotas muertos en la Historia de España.

Allí estaban el teniente Ortiz de Zárate y Fandos el soldado de transmisiones, ejemplos de valor y esfuerzo, de sacrificio por los compañeros, de integridad humana llevada hasta el final.

Los españoles retirados a la capital Sidi-Ifni, donde el enemigo pretende cercarlos y echarlos a patadas… Pero si no han podido echarlos de pequeños y mal defendidos puestos, mal podrían expulsarlos de la capital, y más ahora que parece que todo el país se ha puesto en pie de guerra…

El asedio de Sidi-Ifni duraría hasta el verano siguiente. Los marroquíes no se atrevieron a lanzar ningún serio ataque. Aquellos soldados en alpargatas, renegridos del sol, acostumbrados a las calamidades, enamorados del desierto y dispuestos a luchar hasta el final les causaban demasiado respeto.

Así empezó hace ahora cincuenta y seis años la Guerra Olvidada de Ifni-Sahara. En Ifni, la Brigada Paracaidista, unidad recién nacida, se cubrió de gloria y aprendió a morir sobre el terreno, sin apenas instrucción, con material que había que reutilizar mil veces, con aviones del tiempo de Matusalen… Sin jurar bandera, saltaron algunos de los aviones incluso, y la instrucción de tiro aprendida por el camino…

La Legión, Regulares, Tiradores de Ifni, sanitarios, conductores, cantineros… Todos se ganaron la honra y la gloria, porque una vez más, abandonados, lejos y solos los soldados españoles, le demostraron al enemigo que no se nos puede atacar sin esperar respuesta, que siempre responderemos y venceremos dificultades y pasaremos hambre y sed, pero que jamás, jamás nos rendiremos…

Hoy en nuestra España solidaria, desmemoriada, irrespetuosa con su pasado y con el futuro hipotecado, nadie se acuerda de aquella guerra, muchos solamente la nombran para criticar al régimen anterior y soltar espumarajos por la boca. Pocos abuelos nos quedan que puedan contarnos lo que sintieron cuando aquella noche de noviembre, saltaron desde un viejo avión con un solo objetivo en la cabeza y en el corazón. Rescatar a sus hermanos sitiados. A españoles como ellos que estaban en peligro… Y lo hicieron, y lo lograron… Con bemoles.

Hoy día quizá habría que poner de acuerdo a los 17 estaditos autonómicos, montaríamos debates sobre si es moralmente reprobable, que si pobres moritos esclavizados por occidente, que si fascistas que solo piensan en matar, que si mejor enviamos una ONG, que si van soldados vayan sin armas, que hay que ver que por un cacho de desierto no nos vamos a matar…

Hoy día por mucho avión moderno que tuviésemos, quizá nos costaría llenarlo de gente como aquella… E iríamos viendo las pistas llenas de pancartas de “no a la guerra” y “alianza de civilizaciones”, coreados por nuestros titiriteros del pesebre de la SGAE.

Hoy día si estuviéramos en Tzelata o Tiluín no tengo claro qué pasaría. Bueno podemos imaginarlo con Ceuta, Melilla, Perejil o los Peñones que cualquier contador de nubes regalaría mientras otros nos hacen la gallinita en la retirada.

Hace poco en un abandonado parque público me senté junto a un abuelo, resultó que fue “paraca” y que saltó sobre Tiluín, le pedí me contase, y lo hizo hasta que a los dos se nos humedecieron los ojos, a la vergüenza sustituyó el orgullo, y a la pena la alegría, y a la desesperanza el consuelo. Aquel soldado me hizo sentir por dentro, que nacer español fue mi mayor fortuna y mi mayor privilegio.

Aunque este conflicto es un ejemplo de guerra olvidada, forma parte de nuestra historia más inmediata y de la memoria de generaciones que aún viven. De la misma manera, y como cualquier enfrentamiento bélico, causó víctimas: unos 300 españoles murieron y otros 500 fueron heridos, mientras se calcula que entre las tropas marroquíes ocasionó unas 8.000 víctimas.

Hoy recordamos a los españoles olvidados que hace tan solo cincuenta y seis años se dejaron la vida en una tierra hostil, seca, dura, hermosa y mágica, que era española y que no iban a dejarse arrebatar sin defenderla. España no puede olvidar a los que murieron y defendieron La Ciudad de las Flores en el Territorio del Sahara Occidental Español.


viernes

Mi autobiografía


Cuando yo escriba mi autobiografía creo que comenzaré por hacerme una pregunta: ¿Soy alguien? ¿Le importo a alguien? 
 Ahora mismo ya soy un hombre viejo pues tengo en mi haber 81 años cumplidos; no soy ni alto ni bajo, ni listo ni tonto, ni rico ni pobre. 
Soy un hombre del montón pero con buena memoria y eso me hace sentirme algo diferente. 
 ¿Qué hago? ¿Espero algo? ¿Me pesan los años? 
No hago nada, no espero nada, todavía no me pesan los años. O sí.
 De cuando en cuando, sonrío. 
 Soy un hombre que espera poco de los políticos. O más bien nada bueno.
Un espectador de la vida diría yo que soy. 
Sólo conozco a unas cuantas personas de mi comunidad, pero apenas hablamos. Mis experiencias de la vida tienen muy poco en común con las de ellas.
 Soy de pocos amigos; quizá no tenga ninguno de verdad. Y lo siento. Compañeros de fatigas allá en tierras del moro tuve algunos. Apenas nos escribimos correos electrónicos, solamente de vez en cuando.
Decía Pío Baroja que tener pocos amigos era señal de inteligencia, y seguía diciendo que “el mayor número de amigos marcaba el grado máximo en el dinamómetro de la estupidez”. 
Quizá solo fuera una frase….. 
Cuando en la televisión se habla de política..., sonrío. 
Que se habla de literatura...., sonrío. 
Que se habla de cualquier otra cuestión...., sonrío. 
Sé que alguien dijo de mí que debía ser imbécil....., también sonrío.
Que se habla de la pandemia del Coronavirus.....pienso en los políticos y me acuerdo de sus respectivas familias.
Que se habla de la Guerra de Ifni...., ya no sonrío porque es un asunto muy serio, del que deberían hablar solamente los veteranos que la padecimos cada cual según nuestras propias circunstancias. Todas las demás versiones, todas, nada me importan”.
Estoy felizmente casado con una estupenda mujer.




miércoles

Conmemoración del 19 de febrero


Salto paracaidista en guerra en Erkun (Sidi-Ifni 1958)

Un relato con fotos facilitado por el veterano paracaidista del 12º curso del E.T. José Luís González Vicente.


"La importancia de la fecha del 19 de febrero, para un paracaidista de la Bripac, excombatiente de Ifni, no podía dejar pasar por alto la conmemoración del único salto paracaidista en guerra, que la hoy Bripac, antes Banderas Paracaidistas, han efectuado en toda su historia.

Un salto en el que intervinieron los tres ejércitos. El Ejército del Aire, con sus Junkers-52, llevando paracaidistas, y los Heinkel 111 conocidos como "Pedros", ametrallando la zona de salto y alrededores, así como los Messerschmit, conocidos como "Buchones".


El Ejército de Tierra, con la actuación de la Primera Compañía de la Primera Bandera, al mando del entonces capitán D. Prudencio Pedrosa Sobral, con el apoyo sobre tierra de la Segunda Bandera Paracaidista, La Legión, los Tiradores de Ifni y otras fuerzas.

El Ejército del Mar, con la actuación del crucero Galicia y el destructor Almirante Miranda, aunque de los ochenta y ocho obuses lanzados, solo llegaron once de ellos a explosionar.
El operativo que el Mando decidió para esta ocasión, fue el que se detalla a continuación:



Así que llegado el día 19 de febrero de 1958 y tras varias dilaciones sobre si se saltaba o se suspendía el salto, en el aeródromo de Sidi-Ifni, los motores de 13 aviones Junkers-52 de la 36 Agrupación del Ejército del Aire, de Gando (Las Palmas), atronaban el aire con un ensordecedor ruido de motores, mientras que nosotros, los de la 1ª Cía. de la Primera Bandera de Paracaidistas del E.T., al mando del Capitán D. Prudencio Pedrosa Sobral (fallecido en 2004 como Teniente General), nos preparábamos con el equipo de salto y de combate.

A todo esto el Capitán Pedrosa cambiaba impresiones con sus tenientes para la acción que se iba a realizar.
Primera Sección; el Teniente Ricardo Boñita Benito. En esa sección estaba encuadrado J.L.G. Vicente.
Segunda Sección; el Teniente José Galera Sánchez Serrano. A esta sección pertenecía J. Conejo López.
Tercera Sección; el Teniente Pablo Cayuela Fernández.
Quinta Sección de ametralladoras; el Teniente Juan Antón Ordoñez.

A las 14.00 horas del mencionado día 19 de febrero de 1958 embarcábamos la 1ª Compañía y la sección de ametralladoras, en los 13 Junkers dispuestos.
La importancia dada al salto por el Mando, lo acredita el hecho de que hasta tuvimos observadores. Como "Observadores" venían en otro avión, el Teniente Coronel Jefe de la Agrupación D. Ignacio Crespo del Castillo; el Capitán de Estado Mayor D. Juan Antonio Gómez-Zamalloa Menéndez, y un periodista inglés llegado para cubrir la información.
Llegado el emocionado momento, los Junkers despegan adentrándose en el mar para al cabo de un rato girar a la derecha de la marcha y situarse sobre la vertical de la zona de Tabercut sobrevolando sobre la cabila de Erkunt.
Cerca de allí en tierra, estaba La Legión en apoyo del inminente lanzamiento de paracaidistas.


Detrás del Capitán Pedrosa todos los demás saltaron como un solo hombre. ¡¡Abajo valientes!!


Y allá van los componentes del 12º curso de paracaidistas del E.T. que con solo los saltos reglamentados del curso en Alcantarilla nunca han vuelto a saltar hasta ahora, siendo este el primer salto en la Bandera y el primer salto en guerra.
Los sentimientos se entremezclan y en ese momento no hay tiempo para analizarlos. El "tira palante que viene el comandante" es lo que impera y así lo hacemos.
La toma de tierra se produjo de un modo dispar. Mientras unos no tuvieron ninguna anécdota que contar, otros cayeron encima de las chumberas como Espí y yo mismo, con pinchos enormes que se nos clavaron precisamente allí y que tardaron en ser expulsados. Alguno que otro como Lusilla, cayeron encima de los tejados de las casas morunas y se rompieron algún que otro diente.
Otros.....bueno, otros cayeron en distintos lugares, pero todos nos agrupamos enseguida al lado de los oficiales de cada Sección, iniciándose rápidamente la marcha sobre el poblado, al mismo tiempo que se escuchaban las explosiones y tiroteos de las fuerzas que actuaban por otros lugares de la zona.
Al poco rato, con la huida de los moros, se hizo la calma, tomamos posiciones en las alturas construyéndose unos parapetillos con piedras, y......¡! Se hizo un silencio impresionante¡!

El Capitán Pedrosa nos dijo después, que los de los barcos se habían emocionado al contemplar el espectáculo, jaleándonos desde las cubiertas de los mismos. Pero nosotros ni nos enteramos, claro.

Yo no sé a vosotros, pero a mí, el recordar aquellos acontecimientos, me produce un escalofrío de emoción, al mismo tiempo que se eleva a la enésima potencia el sentimiento de orgullo paracaidista del E.T. y no puedo por menos que gritar, bien alto y claro:
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
¡¡¡VIVA LA BRIPAC!!!

Y así finalizó la operación Pegaso. Solo un pequeño grupo de moros se atrevió a disparar algún tirito, pero fue abatido por los de las ametralladoras. Los demás salieron por piernas de allí, más bien por patas de camello y algún que otro vehículo destartalado.

El trato dado por nosotros a los nativos no contendientes de la cabila de Erkúnt, fue sumamente correcto. No les molestamos en absoluto. No les dejamos sin gallinas ni nada (entonces ya no pasábamos hambre....), incluso se les hizo alguna carantoña a algún niño poniendo de manifiesto que para nosotros, eso de "enemigos" nunca lo habíamos sentido como tales.

Sobre las 20.00 horas de la tarde-noche y una vez que se reunieron con nosotros las fuerzas del Capitán Quintas Gil y que recogimos los paracaídas que habían quedado tirados en el suelo, entonces se procedió a dar media vuelta para encaminarnos en camiones de regreso a Sidi-Ifni. Llegamos a las 22.00 horas de la noche más contentos que unas pascuas sin saber en ese momento que la Operación Pegaso había tenido un alto precio en sangre.

Los paracaidistas muertos en combate en Erkunt fueron:
Los cabos; José González Hoosrtigüela y Pedro González Jordán, y el C.L.P. Francisco Mestre Monteagudo.
A ellos tres y a todos nuestros compañeros muertos, heridos y desaparecidos en los distintos combates llevados a cabo en la Guerra de Ifni, mi homenaje más profundo, en la seguridad de que nunca serán olvidados.

José Luís González Vicente ante una placa recordatoria del lema paracaidista, situada en las escalerillas que daban acceso a las Compañías en Sidi-Ifni".

FIN.

José Luís González Vicente. Emisión Radiofónica.

Decía recientemente José Luís González Vicente, que en el Ejército es norma eso de que no se aplaude o no se dan las gracias por nada. Pero al repasar y volver a leer sus sentidas palabras despidiéndose como moderador del foro de Veteranos de Ifni de Aivepa, no tengo por menos que recordaros que escuchando hace algún tiempo una grabación de una emisión radiofónica por él protagonizada, se me ocurrió reescribirla para poderla ofrecer en este blog, en algún momento crucial. Y el momento crucial creo que ha llegado.
Mi saludo, compañero.
La Emisora de Radio empezaba así la retransmisión:
-Con esta emisión radiofónica sólo se pretende volver a relatar una historia muy interesante donde el protagonista es un superviviente de la guerra de Sidi-Ifni, de una guerra olvidada, una guerra oculta.
Nuestro protagonista es José Luís González Vicente.
-Las calamidades que pasaron estos jóvenes paracaidistas y sobre todo las pérdidas humanas que hubo en la guerra de Sidi-Ifni, se desprende de lo que nos ha contado José Luís que sobran las palabras, porque una mínima apreciación sobre lo que es una guerra, nos deja siempre una señal indeleble a lo largo de toda una vida.
-La guerra es miedo y el equivalente de valentía, y para entenderlo nada es mejor que leer lo escrito por José Luís. Nunca como ahora, que oímos hablar constantemente de la memoria histórica, se va a comprobar que en los rincones de la historia de este país quedan muchos lugares inexplorados y sobre todo olvidados porque alguien se ha ocupado de que así sea. José Luís va a relatarnos cosas de una guerra de la que ahora se cumplen 50 años y que probablemente, ni le suene a muchos españoles. La guerra de Sidi-Ifni fue real y cruenta porque se llevó, por delante, a 700 personas, entre muertos, heridos y desaparecidos. Ellos no han formado parte de esa ley de memoria histórica y el sacrificio por cierto, sirvió de muy poco, porque España abandonó Tarfalla (Ifni) en 1958, Sidi-Ifni en 1969 y el Sahara en 1975. Con este relato que nos hace un superviviente de esta guerra olvidada solo podemos intentar hacerles justicia, dentro de nuestras posibilidades y que para el daño causado, son muy escasas. José Luís González, como comprobarán a lo largo de su narración, tiene vivos todos los recuerdos y solo pretende que se sepa lo ocurrido.

José Luís:
- “Nosotros, el primer golpe moral que recibimos con respecto a la guerra de Sidi-Ifni fue la salida, la salida hacia África. Ocurrió que la noche del 27 de noviembre de 1957, tocaron generala en el acuartelamiento de Alcalá de Henares. Y de repente, sin comerlo ni beberlo, sin explicaciones de ninguna clase, sin preparación ninguna, nos metieron en unos camiones con los toldos bajados, nos dijeron que guardáramos silencio y fuimos camino Getafe. Una vez en Getafe, nos esperaban con los motores en marcha una serie de aviones que les llamaban “los Douglas”. Montamos en ellos, y cuando estábamos en vuelo, a un cabo 1º, que era muy veterano, no se le ocurrió otra cosa que decirnos: muchachos, yo creo que mañana sobre las 11.30 h. habremos entrado en combate. No recibimos formación alguna, porque tampoco hubo tiempo; nosotros acabábamos de terminar el curso de paracaidista en Alcantarilla (Murcia), y estábamos preparando para celebrar las fiestas de la próxima patrona del 8 de diciembre, la Purísima Concepción. En aquel tiempo, cuando terminásemos los festejos de la Purísima Concepción, nos iban a dar un mes de permiso; íbamos a ir a nuestras casas todos vestidos de bonito, con unos uniformes estupendos que había entonces. Y con la ilusión de que pronto nos íbamos a ir a casa, de repente cambió todo, y nos vimos metidos en los aviones. Así que no solamente no pudimos hacer la preparación militar, sino que tampoco nos dio tiempo para ello. Recién terminado el curso, de Alcalá al avión, del avión a Sidi-Ifni y de Sidi-Ifni al combate”.

Emisora de Radio: Si no fuera porque era trágico, daría risa como la guerra de Gila, que estuvo en Ifni con Carmen Sevilla.

José Luís: “Gila estuvo allí, y Carmen Sevilla, Elder Barber y algunos otros que no recuerdo, pero fueron en la Noche Vieja y en las navidades del año 1957 donde nosotros, ya teníamos una serie de muertos en la estadística y sobre todo en el corazón, y la verdad es que nosotros no estábamos para muchas fiestas. Yo estaba de guardia en el monte Bul A Lam en el cual teníamos nosotros establecido el cuartel general, digamos de los paracaidistas, porque no solamente estaban la II Bandera de Paracaidistas, allí estaba la Legión, los Tiradores de Ifni, un número de soldados indeterminado, la Policía indígena y algunas otras fuerzas. Y entonces, ante el ataque inesperado sufrido por las fuerzas del BAL, que era ficticio, porque en realidad era el ejército marroquí disfrazado de cuatro “desarramantas”. El Ministerio del Ejército de entonces, ahora se llama Ministerio de Defensa, que no sé cómo se llama ni me importa, echaron mano de otras fuerzas, que fueron una serie de batallones de acuartelamientos de España, camiones, artillería, municionamiento, el Regimiento de Infantería Soria nº 9, de Extremadura, Castilla, de Cádiz, de Pavía nº 41, echaron mano también de la Marina y por allí aparecieron el destructor Almirante Miranda y el crucero Galicia, aparecieron también una serie de elementos de Aviación como fueron los Junker porque había tres, dos o tres había en Ifni, pero vamos que el Junker era un aparato medio escacharrado porque venían de haber sido un material que había donado Hitler a Franco por su colaboración en la guerra, en la II Guerra Mundial, y con aquellos todos artefactos, no había suficientes paracaídas para hacer operaciones conjuntas, sí para que lanzásemos una sección o máximo una compañía, pero para decir vamos a lanzar a dos o tres mil paracaídas y esto nos lo comemos en dos días, de eso no había nada. En fin, echaron mano de lo que se tenía y con ello nos fuimos metiendo en el territorio interior de Sidi-Ifni y, la primera opción era salvar a todo el mundo que estaba rodeado, el que no estaba muerto, habría sido hecho prisionero, claro, y a base de jornadas en fin de veinticuatro horas si hacía falta, medio sin comer, medio sin beber”.

E.R. Dramático, pero, qué se iba a hacer allí, con un material de derribo en una guerra denominada de la chatarra, porque con el pacto con los EE.UU. muchos de los aviones que España tenía no los podía utilizar precisamente al sur del Sáhara por la alianza que también tenían los EE.UU. con el naciente reino de Marruecos en el año 1956, de manera que la guerra fue una prolongación de ese momento de efervescencia y euforia por la independencia de Marruecos, la prolongación hacia el sur de ese expansionismo. El partido del Isticlal, que por cierto ha ganado las últimas elecciones, era ya entonces una fuerza muy importante y ese partido, que significa Isticlal-Independencia, aspira a ese gran Marruecos en el que entra todo el Sáhara obviamente y también Ceuta y Melilla. Esto es el principio de un proceso de descolonización que reguló la ONU; esta es la primera guerra, es una guerra, que por cierto fue ganada, porque después con el apoyo de Francia, a partir de febrero de 1958, cambian las cosas y ya entre Francia y España pueden llegar a tener como 130 aviones, y esos sí que bombardean las posiciones del interior y con esto termina la guerra. Al final la guerra acaba en el acuerdo de Andra de Cintra entre el gobierno español y marroquí, con la intervención francesa, que es muy importante en el norte de África, y después de ese acuerdo, Ifni, Sidi- Ifni queda como una provincia con el Sáhara al punto de que en el año 1969 los españoles abandonan Ifni la provincia manda procuradores a las Cortes de Franco. Son esas fotos en las que vemos a alguien que lleva un turbante y un uniforme vistoso con capa, de los que hemos llamado de los moros, de cuando Franco todavía se hacía, acompañar por la llamada Guardia Mora, etc. En fin este es el caso de una guerra que al final, , España todavía consiguió mantenerse hasta el año 1969. Eso es todo. Hasta el 1969 en Ifni y hasta el 1975 en los acuerdos de Madrid en el que se dejó el Sáhara. Pero, según nos ha contado José Luís, se empieza este combate con nocturnidad, y se mantuvo tan en secreto, que ni siquiera la población de Ifni sabía muy bien qué tipo de guerra era aquella, ni contra quien se luchaba. Porque además, casi se puede decir de oscuridad, donde el enemigo, no se sabía donde estaba….

J.L. “Si me lo permitís los dos, yo quisiera hacer una matización, en lo que se ha dicho antes. Estamos confundiendo un poco o juntando dos cosas, Sidi-Ifni y Sáhara. Entonces estamos mezclando un poco las fechas. La guerra de Sidi-Ifni, en primer lugar, no fue una guerra de conquista, porque nosotros no fuimos allí a conquistar nada. Eran terrenos cedidos por el sultán en el año equis, y, de repente, los, el ejército marroquí, las bandas de liberación disfrazadas de ejército marroquí, lo que quisieron es tomar Sidi-Ifni, y por la noche, de una manera imprevista, asaltando la población, matando a todos los oficiales que pudieran, haciéndose con el aeropuerto, haciéndose con los polvorines, con los edificios principales, y, entonces, rodearon a todos los fuertes y puestos que estaban en el exterior de la capital Sidi-Ifni. Lo que produjo un aviso urgente a la Península y el envío urgente de fuerzas especiales. En esas fuerzas especiales las más características por su forma de actuar, de estar formados como soldados, eran la Legión y los Paracaidistas. Los Paracaidistas eran una fuerza nueva. Yo pertenezco apenas al curso doce, quiere decir que por delante había once, pero en aquellos tiempos no había ni grandes maniobras ni muchos saltos porque no había paracaídas, ni dinero para emplearlo en ellos. Éramos unas fuerzas especiales pero no tan especiales y entonces, de la noche a la mañana, nos vimos allí. Sidi-Ifni, fue recuperado, exclusivamente, por las fuerzas, paracaidistas, de la Legión y de otros soldaditos de sus quintas. Con algún bombardeo que otro de la Marina, y todo se tradujo en unas marchas agotadoras y urgente, urgente, urgente, urgente, situarnos delante de los puestos rodeados. De unos no había nadie allí porque habían sido, o bien muertos; los cadáveres estaban allí, y, o bien, habían sido hecho prisioneros. Fíjate que lo que te puedo contar es, que en los primeros quince días, provenientes de los puestos y de los lugares de la policía y demás, tuvimos quince muertos, cuarenta heridos y sesenta y dos desaparecidos, “en los primeros quince días”.

E.R. Sin saber muy bien, además, lo que estaba sucediendo en el punto álgido de la guerra.

J.L. “En total son ciento diecisiete, digamos bajas. Estos sesenta y dos desaparecidos, correspondía a los que los moros había cogido prisioneros: hombres, mujeres y niños, y se los habían llevado, y los otros, eran que se te caía el alma a los pies cuando entrabas en un puesto o en un fuerte y los veías al estilo película, un muerto por aquí y otro muerto por allí y todo hecho un desastre. Entonces, las fuerzas especiales de paracaidistas y de la Legión, acompañados de otras fuerzas, pero estas se quedaron, digamos normalmente en los montes, porque eran de Artillería, eran de Ametralladoras, o eran de tal. Pero los que cascamos a pie y los que liberamos el exterior de Sidi-Ifni y liberamos a sus gentes, que algunos de ellos eran recién casados que había llevado allí su ajuar, sus fotografía y sus cosas, pues los liberamos y los trajimos a Sidi-Ifni con unos sacrificios y una cantidad de bajas impresionante como luego, si hay tiempo, veremos en las operaciones que realizamos. Pero eso de que la guerra de Sidi-Ifni fue ganada, a mí no me causa risa, porque me causa tristeza. La guerra de Sidi-Ifni fue perdida, ya que tuvimos que dejar abandonado el territorio”.

E.R. Pero más tarde. Se llega a un acuerdo. Es bastante favorable…..

J.L. “Bueno, yo me estoy refiriendo al año 1957, y al 58”

E.R. Pues ahí está, en 1958 se trata un acuerdo con el reino de Marruecos y no abandonamos en ese momento. Cuando se abandona es en julio de 1969. Se abandona once años después. Esos once años son además de una vida española muy libertaria se puede decir casi, porque si no se iban a vivir allí. Era como una ciudad libre. Los militares cobraban tres veces el sueldo y la gente se iba allí para conseguir ascensos rápidos y después los promocionaron en la Península de una forma que muchos oficiales llegaron después a ser coroneles y a ser generales. Durante los diez últimos años de la colonia, fue una vida digamos de casi de lujo y de refinamiento y de cultura y, de frivolidad incluso, donde en una ciudad que no tiene otra cosa qué hacer sino estar allí todos juntos todo el rato y son todos conocidos…. Entonces el estamento militar……Lo que pasa es que esa es la consecuencia….Él solamente quiere centrar……

J.L. “Yo, lo que quiero decir es que he venido aquí para hablar de la guerra de Ifni, y la guerra sobre el terreno, pisando tabaibas y viendo cadáveres, aunque esto sea un poco fuerte. El territorio de Sidi-Ifni, una vez que liberamos a la gente de los fuertes y de los puestos y los trajimos a Sidi-Ifni, fue abandonado….Y nos refugiamos todos en un perímetro defensivo que el mando estableció alrededor de la capital. Por lo tanto nos pongamos en la situación de que Sidi-Ifni capital liberada o guardada por medio de un perímetro defensivo y el resto del territorio, abandonado. Entonces para mí eso no es ganar la guerra de Ifni. Otra cosa es que luego, pues bueno, políticamente hablando, se llegase de alguna manera hasta 1969. Pero eso es otra cuestión. Yo puedo hablar aquí de la guerra de Sidi-Ifni y de otra cosa no puedo hablar porque no lo sé”.

E.R. A mí, sí que me ha llamado mucho la atención de esto que nos está contando José Luís. Ustedes, las veinticuatro horas estaban en plena acción por lo que veo.

J.L Sí. “Y porque el día no tenía treinta y seis que si no también tendríamos que estar treinta y seis”.

E.R. Pero eso es un drama, es dramático totalmente.

J.L. “Para nosotros dejaba de ser un drama; podríamos decir de un drama físico y de un drama de sentimiento. Nosotros los paracaidistas de entonces, recién como digo creado el Cuerpo, sin experiencia de ninguna clase y sin haber intervenido nunca en ningún combate ni en ninguna guerra, ni falta que hace, pues, nos encontramos con dos cuestiones principales: Uno: La alegría que nos daba llegar a un lugar y liberar a mujeres, niños, militares, civiles, médicos, carpinteros, en fin lo que fuera, liberarlos y traerlos hasta Sidi-Ifni eso es indudablemente era una alegría”.

E.R. Pero, ¿de quién los liberaban?

J.L. “Los liberábamos del cerco de los moros. Del cerco del Ejército de Liberación, del BAL, bandas armadas de liberación, pero que era mentira, porque esas bandas armadas de liberación estaban compuestas por miembros del Ejército marroquí, disfrazados de bandas armadas, de un señor que lleva un camello y en el camello lleva un fardo de no sé qué, y debajo del fardo lleva una ametralladora y cinco fusiles. Esto es así. Entonces tú no sales al monte a pasear y a tomar el sol. Cuando sales al monte lo primero que tienes que estar es preparado para entablar un combate”.

E.R. Ustedes a veces no saben ni donde estaba el enemigo. Empezaban, empezaban pero no sabían….

J.L. “Nosotros, muy pocas veces entablamos un combate cara a cara, como se entiende a través de una película, con un señor que tienes enfrente a cinco metros y tú estás enfrente y entablas un combate con él. Nosotros, la mayoría de las veces no veíamos al enemigo. ¿Por qué?, porque fuimos llevados allí de repente al territorio de Sidi-Ifni que es un territorio muy lleno de montañas con sus vaguadas correspondientes. Ellos dominaban perfectamente el territorio. Sabían mimetizarse con el mismo. Y muchas veces, pues podías tenerlos debajo de unas matas, pasar delante de ellos y no verlos. Entonces, cuando ibas camino de un fuerte, normalmente, los primeros tiempos, eras ametrallado, eras bombardeado, te metían treinta o cuarenta granadas de mortero, te hacían cinco, seis, siete u ocho muertos, doce heridos, o ninguno, según lo que durase el combate y luego desaparecían. Y nosotros muchas veces no sabíamos si íbamos detrás de ellos, o ellos nos llevaban detrás de ellos. Tú date cuenta que si te ponen de repente en un lugar desconocido, empiezas a caminar monte arriba, las vaguadas, etc. y encima no sabes por dónde vas por muchos planos militares que tengas.”

E.R. Y todo esto también, según he podido leer, sin comida, sin bebida, en unas condiciones físicas totalmente siniestras, viendo cómo caían los compañeros y los tenían que recoger incluso, bueno en fin, algunas escenas de las que cuenta José Luís aquí son casi, casi irreproducibles. Si, claro. Lo que me parece muy lamentable e incluso obsceno por parte de nosotros, que habiendo vivido estos señores esas circunstancias, casi nadie sepamos cómo estuvieron, no? Es de lo que yo particularmente me lamento y le preguntaba al catedrático, que cómo es posible que los españoles no tengamos en nuestra memoria histórica también a esta gente, no? Que de la noche a la mañana se vieron involucrados en una guerra, sin saber exactamente muy bien ni a qué iban ni cómo iban, y sin ningún tipo de preparación. Si. La guerra oculta más que olvidada, porque fue ocultada a propósito. Franco estaba preparando ya lo que iban a ser los Veinticinco años de Paz. Unos de los frutos, digamos del franquismo, fue la Paz. La paz conquistada después del año 1939 y por tanto esta guerra se tenía que ocultar y además, el asunto de tocar el sur, todo era muy delicado, estaba todavía muy presente entonces cosas como que habían sucedido, como sucedieron con el desastre de Annual, y todo aquello también se debía ocultar. Los grandes desastres españoles en la guerra de África, no?, los militares africanistas que todavía habían estado en la guerra civil, y todo aquello olía muy mal en una España que se preparaba ya para que en fin, engrosar la clase media; los éxitos económicos, y unas relaciones diplomáticas ya en las que ya se trataba de aproximarse a Europa; se había pactado con los EE.UU. un pacto de 1952/53 e incluso se pactaría luego, unas relaciones de amistad con el rey de Marruecos con Mohamed V, en fin, todo aquello convenía ocultarlo y Franco evidentemente lo hizo a propósito y ocultó efectivamente esta guerra y ocultó después los procesos de descolonización de Río Muni del año 1969 etc. y bueno, incluso hasta el año 1975 en la descolonización del Sáhara, si no llega a ser por el estruendo de la Marcha Verde, pues, probablemente todo aquello hubiera pasado bastante más desapercibido. A ustedes José luís, quienes eran sus mandos? Cómo les situaban cada día en la jornada? Porque supongo que tendrían algún, no sé, capitanes, comandantes; alguien les daría las órdenes.

J.L. “Nuestros mandos naturales eran lógicamente los mandos de los que hoy se conocen como de la Bripac entonces Banderas Paracaidistas que había dos; la primera y la segunda. La tercera estaba en formación. Entonces nuestros mandos naturales eran, desde el teniente coronel, el comandante, el capitán, el sargento, como es ahora mismo y estábamos establecidos por compañías y dentro de las compañías por secciones. Mi mando natural, el que más cerca tenía siempre, era el capitán, que quiero hacer aquí una mención especial en su honor, ya fallecido, falleció con mando de teniente General, que era el capitán D. Prudencio Pedrosa Sobral. Un tío con dos cosas de las que hay que tener y mucho más en paracaidistas, que llevaba siempre una varita, le llamábamos la varita mágica, parecida a estas varitas que tienen los directores de orquestas, y yo no le he visto jamás agacharse. Sí recuerdo, como varias veces, le saltaban una serie de polvo y de piedritas y tal como consecuencia de que le había caído una ráfaga de ametralladora a los pies, y el tío hacía un poco así, para apartarse un poco el polvo, y nosotros estábamos allí acojonados con cuerpo a tierra debajo de una piedra y decía: muchachos esto no es nada; las balas solamente, las balas que ya han pasado ya no muerden. Lo jodido son las balas que se te quedan dentro del cuerpo. Y entonces vamos ahí, a ver quien puede más, si ellos o nosotros. Y la verdad es eso te daba mucha moral, y lograbas incluso no pensar dónde estabas, sino que tenías que ir a conseguir los objetivos y si te pasaban las balas por las orejas pues esas no te daban”

E.R. ¿Y cuales eran los objetivos, liberar a….?

J.L. “Si, en ese momento era liberar el fuerte. Y para ello había entablar el combate con los que se oponían que eran los moros”

E.R. Y luego, habían operaciones que se denominaban operación Gento, operación Netol…..

J.L. “Si, si. Nosotros nos poníamos en funcionamiento a través de lo que el mando denominó operaciones. Esas operaciones recibían un nombre específico dependiendo de las fuerzas que hubiese que emplear, de las dificultades que hubiese que solventar, del número de enemigos que se suponía que iba a haber, del tipo de territorio que íbamos a recorrer, de las características del fuerte o puesto, vigilancia que había que tomar y luego de las características también del material que teníamos que emplear porque por ejemplo, muchas veces, o alguna veces, llevamos camiones para traer a los que íbamos a liberar pero como nosotros éramos su fuerza de protección nosotros no íbamos en camiones íbamos a pie, con alpargatas muchas veces rotas con los pies ensangrentados, porque las botas que teníamos como paracaidistas, las demás fuerzas no tenían esas botas, sí nosotros, sí las teníamos, pero utilizamos unas alpargatas de esparto y se rompían cada dos por tres por un territorio lleno de pedruscos y de pinchos. Pero, lo que iba a decir antes, nada hacíamos con traer a la gente en camiones, si el camión necesariamente tenía que ir a nuestro paso que íbamos a pie, y entonces había, ahí se producía una incongruencia, hay que sacarlos rápidamente y traerlos a Ifni, pero tenemos que llevarlos muy despacito porque no pueden perder su fuerza de protección que somos nosotros que vamos a pie. Entonces aquello era un cachondeo y yo, como hemos dicho antes, no sabíamos si era la guerra de Gila o de qué es esto; era tristísimo, era tristísimo”

E.R. Era verdad, muy triste, y sobre todo en las circunstancias en que estaban, y luego también, bueno muy lamentable, por las pérdidas de vidas humanas que había y no se sabía muy bien donde empezaban o terminaban. Era como en todas las guerras de insurgencia, lo llamaban también durante la liberación y entonces, claro, el enemigo está junto a ti, porque ese enemigo lo que pasa lo que quiere es liberarse, quiere tener una independencia o anexionarse en este caso al reino de Marruecos. Entonces, bueno, pues son gente que ha crecido contigo, que está allí, lo que pasa es que en esos momentos, pues tira el nacionalismo, tira ese gran Marruecos a crear y los obstáculos son los españoles, los militares que están allí defendiendo una posición que evidentemente los insurgentes, piensan que les corresponde ellos.

J.L. “Se dio la circunstancia de que en las fuerzas de Ifni, de Tiradores de Ifni, un gran porcentaje de ellos eran personal indígena, que estaban allí pues, aunque simplemente solo fuera por comer. Algunos tenían espíritu de militar; estaban agradecidos a España, y estaban dispuestos a hacer por España lo que fuera, menos en aquel momento, en que se marcharon todos al Ejército marroquí con armamento y vitualla. Y al día siguiente nos pegaban tiros a nosotros”.

E.R. Claro, pero ocurre también al revés, ocurre al revés porque lo que pudo ser la carnicería del primer ataque contra Sidi –Ifni, que fue planificado en secreto, sin embargo, el mando español lo conoció, conoció que se iba a realizar ese ataque, que hubiera podido ser como el desastre de Annual, hubiese sido una carnicería terrible, pues gracias a una muchacha indígena, que debía ser cuñada de algún militar que se había casado con alguien de allí, gracias a un chivatazo que lo dio una chica que era familiar o cuñada de un militar se evitó. De la misma manera que esos tiradores de Ifni, muchos de ellos estaban implicados. Al final la realidad supera a la ficción. Yo creo que la broma de la guerra de la chatarra, más significativa para mí, es esa en la que un cabo de guardia o algo así, pues, le dice algo así a su mando: ¡Sin novedad en la guardia mi…sargento!, ¡centinela muerto!.

J.L. “Sí, sí, sí.”

E.R. Es decir, es un mundo de contradicciones. También es verdad que en las guerras hay que quitar esa necesidad que teníais de ir hacia adelante, de no tener miedo, de hacer bromas…Vosotros llamabais, por ejemplo, chichoneras a vuestros cascos. El mando os hacía bromas con las balas. De esas anécdotas, pues, están las guerras plagadas. Pero se trata de insuflar un poco de una moral de resistencia, de una moral que ha de ser acompañada a veces con el humor. Por eso fueron Gila y Carmen Sevilla y esta gente, a infundir un poco de valor a las tropas. Recuerdo también por último, que los envíos de la Península que iban a llegar para la Noche Vieja, que tú recordarás José Luís, pues ese donde estaban los turrones, el champan y demás, eso no llegó hasta el mes de marzo, o julio. ¿Y qué comíais cuando ibais en esas marchas agotadoras de veinte, treinta kilómetros, como los legionarios, y el agua os la mandaban realmente en los neumáticos de los camiones?

J.L. “Eso fue, a veces, a los fuertes que estaban rodeados. Se les lanzaba agua, y como al principio el agua, cuando los paracaídas caían donde querían y el agua no llegaba al destinatario, pues entonces enviaron, a veces, en neumáticos. Se llenaban en vez de aire de agua, para que aunque rebotasen en el suelo no se derramase”

E.R. Son episodios irreproducibles.

J.L. “Bueno, aquí no nos va a dar tiempo a nada, pero de la guerra de Ifni pudiéramos estar hablando una semana y se omiten cosas aquí que son muy importantes. Como hoy no nos va a dar tiempo a nada (aunque se ha dicho mucho), pero a nada me refiero yo, para lo que sería necesario. Yo no quisiera marcharme de aquí, si me lo permitís, sin hacer mención, no a todas las operaciones que son muchas y ya te digo yo que nos llevaría….una semana de estar hablando, pero no quiero dejar pasar por alto el episodio de Ortíz de Zárate, y el episodio del salto en paracaídas en Erkúm, que fue el nuestro. Fue lo más valioso de…en cuanto a operaciones paracaidistas se refiere, porque claro, si nosotros éramos paracaidistas, lo más importante para nosotros es ofrecer una actividad paracaidista, una actividad de soldado profesional que está preparado para entrar en combate pero él no va a pie, va en avión, se lanza y entonces se convierte en infantería”.

E.R. Sí, cuéntenos las operaciones.

J.L. “Bueno, vamos a empezar por si luego no hay tiempo para todas, por la operación de Ortíz de Zárate. Había un puesto que se llamaba T´Zelata de Sbuía (yo he estado hace poco en él, recorriendo con emoción todas las ruinas que allí quedaban, haciendo un homenaje a mis compañeros caídos en aquel momento, no sé si me exponía a que me cogiera la policía y me llevase preso, pero a mí me daba igual), entonces, digamos que el personal del puesto de T´Zelata de Sbuía, estaba herido de gravedad, entonces llamaron por radio a Sidi-Ifni y dijeron que necesitan urgentemente ayuda para sacar a la gente de allí. Como siempre, vamos, que había que sacar a la gente. Entonces Ortíz de Zárate, que era un teniente, jovencito, marchó con veinticinco hombres en su ayuda. Nada más salir de Sidi-Ifni, a unos diez o doce kilómetros más o menos, su unidad fueron tiroteados durante el camino, pero llegó un momento en que los rodearon. Los rodearon en una cima, y allí estuvieron rodeados durante diez días. La odisea que pasaron ellos, y que nos contaron después cuando ya los liberamos, los trajimos con nosotros, nos contaron ellos, los que estábamos en esa operación, en ese rodeo, llegó un momento en que, fíjate tú, llenaron con orina las cantimploras y las ponían a refrescar por la noche y esa era el agua que tenían, entre comillas lógicamente, al día siguiente. Tuvieron (en hechos irreproducibles) cinco muertos y catorce heridos, entre ellos el teniente. Pero es que el teniente, antes de salir del campamento de paracaidistas, se dejó decir una frase, que fue la siguiente: “entraré en T´Zelata, o en el Cielo”. Esa frase la tenemos gravada los paracaidistas, tanto en los cuarteles en placas de oro, como en el corazón, porque este señor, este teniente, jovencito, paracaidista, pues, ya se vislumbraba lo que le iba a pasar. Marcharte a territorio ya rodeado por los moros como eran aproximadamente a unos cuarenta km. que tenían que llegar, pues ya se figuraba que era una misión casi imposible, y el mando también. Pero bueno, esta acción del teniente Ortíz de Zárate, dio como consecuencia, a parte de las medallas que le impusieron y tal, hoy tenemos la III Bandera de paracaidistas que lleva su nombre, y eso no quería yo dejarlo pasar porque fue un ejemplo para todos y también un ejemplo de unas circunstancias que allí se rodeaban a la actividad paracaidista que nosotros llevábamos a efecto”.

E.R. Y la otra operación que decías?

J.L. “La otra operación es el primer salto paracaidista en la historia de la Bripac de la I Bandera. Porque no hay que confundirlo con el primer salto de todos que fue realizado en Tiliuín por la II Bandera paracaidista. Ese fue el primer salto de todos, pero a nosotros también nos corresponde, que en mi vida me había visto en semejante aprieto, fue el primer salto en guerra de la I Bandera; no hay que confundir las dos cosas. En Sidi-Ifni se realizaron dos saltos en guerra en paracaídas, en Tiliuín que fue el primero de todos en la historia y Erkúm que fue el primero de la I Bandera. Entonces a mí me tocó, y no se puede explicar, ahora mismo me estoy emocionando, porque primero salimos de Sidi-Ifni dirección al mar, a la Marina que estaba abajo se les preguntó que caso de que hubiese algún accidente y tal cómo nos podría ayudar y la Marina nos dijo que…ayuda moral…toda, pero práctica ninguna porque no tenían salvavidas. Ya entramos en zona de combate, cogimos la zona donde teníamos que saltar, y cuando tú te ves en medio de bombardeos, de ametralladoras, de tiros por debajo de ti y tú estás encima con el cielo cubierto por las “blancas rosas de seda” que le llamo yo, y te preguntan, qué sentiste en aquellos momentos?, pues ni se sabe lo que se siente, porque se mezcla el miedo, se mezcla el honor, se mezcla la hombría, porque te dices, bueno yo estoy aquí, han confiando en mí, y yo tengo que cumplir. Y entonces llegas al suelo, vas por la zona donde hay las casas de los moros, digamos, los morabitos y demás, y al que se te enfrenta, porque la mayoría ya había huido cuando nos vieron por el aire echaron todos a correr. Pero bueno alguno quedaba ahí porque siempre, si de gente de nosotros hay valientes, de ellos también. Ellos no son una gente cualquiera que echaba a correr todos los días….no, no, ellos también tienen gente muy valiente y muy preparada, y más si eran del Ejército marroquí. Entonces entablamos los combates, se liberó la ciudad de Erkúm y nos fuimos a tomar posiciones en lo alto de la montaña. En aquel momento es lo que más yo recuerdo. Yo lo recuerdo muy bien todo, pero el silencio que se produjo en aquel momento, de pasar del bombardeo, tiros, minas y en fin todo el jaleo que se preparó por allí, a pasar a un silencio total, que veías a lo lejos la costa y los colores y la luz de África que es muy distinta a la nuestra. Estás metido en un ambiente tan absolutamente distinto por lo que acaba de pasar que entonces te quedas allí como anonadado, te sientes paracaidista de verdad, y entonces dices, como si te preguntases, quién soy yo, qué hago aquí, esto de qué va, por qué estoy yo aquí en este momento. Y llegamos a un encontrarte contigo en el interior y ese es el momento que yo más recuerdo de aquél momento. Pedimos que así como no se ha hecho un reconocimiento de los sacrificios de los fallecidos, de los heridos, de los que fueron cogidos por los moros como prisioneros, y desaparecidos, que esos, lo que no hicieron en cincuenta años, porque ahora estamos conmemorando el Cincuenta Aniversario, por eso estamos aquí, que, lo que no hicieron antes, que lo hagan ahora, porque tenemos una espina clavada. Nosotros tenemos en los cementerios de Las Palmas de Gran Canaria en los cementerios de San Lázaro y de La Vegueta, creo que se llama Vegueta, tenemos todavía gente enterrada, desconocida y sin identificar; pero es que nosotros los tenemos como compañeros, pero es que también los tienen en sus casas los padres, si es que todavía viven, pero los hermanos, las hermanas, alguna esposa, en fin, los familiares que todavía después de cincuenta años hay gente todavía desconocida y sin identificar de aquella guerra. Lo único que pedimos es que se trabaje en ese sentido y hasta donde se pueda porque después de cincuenta años, claro será muy difícil. Pero que lo hubieran hecho antes. Y a nosotros, las “perras” que dicen ahora que nos van a dar, que nos dejan de dar, nos da igual. Nosotros no hemos luchado por “perras”, por dinero, nosotros luchamos en aquél momento por el honor de la Bandera Paracaidista, representando los intereses de España en aquél momento y sobre todos por liberar a la gente rodeada”.

E.R. Bueno, pues aquí quedan las reflexiones de un excombatiente de la guerra de Sidi-Ifni. Esa guerra escondida como decíamos al principio, verdad José Luís, no se puede hacer justicia en tan sólo unos minutos de radio que han sido bastantes. Y que la gente recuerde también lo mal que se portó Franco con los militares; lo mucho que les tuvo en situaciones de abandono en acuartelamientos inhóspitos, en muchas casas por ejemplo de la guardia civil que no tenían ni agua corriente, ni luz ni servicios higiénicos y todo eso durante tanto tiempo. Qué mal se portó Franco con los militares.

J.L. “Había un componente político, si me lo permites, que era que Franco tenía un hermano que era Mohamed V, y a nosotros se nos reservaba el papel de “primos”. Y el papel de primos le seguimos haciendo hasta hoy en día. No tenemos más que ver el ejemplo de lo que ha pasado con Marruecos, que no sé qué misterio tenemos nosotros con Marruecos que a nosotros no nos ha dado nunca nada, mas que disgustos. Son cuestiones políticas”.

EMISORA DE RADIO. Se nos ha acabado el tiempo. Muchas gracias José Luís; vamos a ver si se hace justicia. Muchas gracias.

JOSÉ LUÍS. “Muchas gracias a vosotros”.



jueves

El accidente de un Junker

 

Foto aérea de los aviones Junker operativos en Ifni.



Imagen de la comitiva asistente al entierro de los accidentados.



El cabo primero Ángel Canales López recibe (una vez repuesto de las heridas), 
             la Medalla Militar Individual en reconocimiento de su heroico comportamiento
 durante el accidente que a continuación es relatado.




EL ACCIDENTE DE UN JUNKER.

Un relato inédito para este blog, del veterano paracaidista José Luís González Vicente del accidente de un Junker "causante" de que el cabo Ángel Canales López se convirtiese en un héroe paracaidista español.

La estancia de los Paracaidistas en Sidi Ifni desde el principio, no estuvo exenta de hechos desgraciados e importantes, solo superados por la fe en sí mismos y en lo que representaban de cara a España.

El 8 de Mayo de 1957, se había programado un salto de entrenamiento sobre Tiliuin, en el que debían participar, entre otras, una patrulla de la 9ª CIA.

Las condiciones reinantes en el aeródromo de Ifni, eran buenas para despegue de los aviones, con una visibilidad que oscilaba entre 4 y 5 Km, las nubes situadas a 500 m. de altitud y una fuerza del viento de 12 nudos.

El Jefe de pista, teniente Gustavo Calvo Goñi, dio las órdenes pertinentes para que se iniciara.

El Junker52, se hallaba situado en un extremo de la pista, con sus motores funcionando a pleno régimen. La tripulación sólo esperaba que la patrulla paracaidista se acomodara en los bancos laterales para iniciar el vuelo, pero la operación requería su tiempo, pues los soldados iban muy cargados con sus paracaídas ventral y dorsal, así como con todo su armamento portátil y, además, el veterano avión no se caracterizaba por su holgura precisamente.

La patrulla, al mando del teniente José Cañadas Armengol, estaba formada además por los cabos 1° Ángel Canales López, Juan Vargas Muñoz y José Cuesta Manzano; los cabos José Álvarez Cortón, Santiago Santos del Bosque y Luis Cobos Hidalgo; los soldados Carlos Ramos Suárez, Diego Fernández Rodríguez, José Apolinar Zúñiga, José Benítez García, Manuel Tabares Vargas y José Gómez Pazos.

Como siempre el soldado Marciano Fernández Mayoral era de los últimos en subir por ser de los primeros que debían saltar, sentándose al lado de la puerta.

Cuando parecía que el despegue era inminente el comandante de TIRADORES DE IFNI, Agustín Fernández Escuin, llegó presuroso, solicitando al jefe de la patrulla permiso para subir a bordo, pues quería aprovechar el viaje hasta Tiliuin para reunirse con sus hombres.

El teniente Cañadas accedió de buena gana y, toda vez que el avión iba al completo, ordenó a Marciano Fernández que estaba al lado de la puerta, que dejara su asiento al comandante. El soldado acató la orden con resignación, a pesar de saber que ello le impedía anotarse un nuevo salto en su cartilla, sin saber que probablemente le acababan de salvar la vida"'.

A las 9,15 horas el avión inició la maniobra de despegue. Poco a poco el aparato fue cogiendo velocidad hasta que, al llegar al extremo de la pista, se elevó pesadamente en dirección a la playa.

En la pista el teniente Calvo Goñi iba a dar por terminado su trabajo cuando, de pronto, observó que el aparato iniciaba una extraña maniobra: virando en dirección oeste-este el « Junker» tomaba de nuevo la dirección de la pista que acababa de abandonar hacía apenas unos minutos. De su motor izquierdo se escapaba una gran humareda negra e iba perdiendo altura a gran velocidad. El avión desapareció unos instantes de la vista del teniente y, súbitamente, se oyó un golpe sordo, seguido al instante de una gran llamarada y una espesa columna de humo.

En el interior del aparato el soldado José Apolinar Zúñiga notó como se cambiaba de rumbo, al ver la tierra por su lado izquierdo, pero toda vez que la tripulación no daba señales de alarma no le concedió la mayor importancia, hasta que notó un fuerte golpe que, por fortuna, no le hizo perder el conocimiento.

Por su parte Santiago Santos del Bosque recuerda no haber notado nada anormal en el despegue del avión, pero que al mirar por la ventanilla vio que el alerón izquierdo iba muy cerca del suelo, no dando gran importancia a este detalle hasta que a los pocos segundos el avión chocó contra suelo, perdiendo el conocimiento a causa del golpe pero recuperándolo a seguido y saliendo por su propio pie del avión.

La tragedia se había consumado. El aparato yacía en el suelo convertido en un amasijo de hierros retorcidos, presa de las llamas, que encerraba en su interior, por igual a muertos y heridos.

Nada más despegar se produjo un fallo en el motor izquierdo: el piloto realizó una maniobra para regresar al campo, pero el avión se estrelló contra el suelo. Los paracaidistas no pudieron saltar del avión, porque no tenía altura. Impactó contra el suelo y todo el avión estalló en llamas.

Las municiones que transportaban los paracaidistas estallaban a causa del calor, haciendo aún más peligroso si cabe cualquier intento de rescatar a aquellos pobres desgraciados.

Mención especial mereció el comportamiento del cabo 1° Ángel Canales López que, pese a resultar herido de consideración, se hizo inmediatamente cargo de la situación una vez pudo escapar de entre los restos del aparato.

En un primer momento vio al legionario Diego Fernández Rodríguez, que se encontraba tendido en el suelo, junto a la puerta del avión, sujeto por los cordones del paracaídas que le impedían alejarse del mismo. Tras sacarlo de entre las llamas lo dejó en lugar seguro, dirigiéndose de inmediato a socorrer a Carlos Ramos Suárez que estaba siendo devorado por las llamas y, ayudado por Apolinar Zúñiga, lo apartó del peligro.

Por su valor y desprecio del peligro, fue condecorado con la Medalla Militar Individual, la primera que se concedía a un paracaidista.

Estuvo 103 días en el hospital. Se pensó que iba a quedarse ciego, y que, probablemente, moriría? pero no ocurrió así: salvó su vida.

Desgraciadamente el valor de estos hombres y otros más que no dudaron en arriesgar sus vidas por salvar las de sus compañeros, no pudo impedir que ocho paracaidistas encontraran la muerte.

Eran el teniente Cañadas; los cabos Juan Vargas, Luis Cobos y José Cuesta, y los soldados Carlos Ramos, José Benítez, Manuel Tabares y José Gómez. También fallecieron el comandante de Tiradores y la tripulación del avión.

El paracaidista Alfredo Prieto Villota, fue uno de los más afectado anímicamente por el suceso.
Un accidente al tomar tierra en uno de los altos rutinarios, le había llevado al Hospital y se encontraba de baja.

A las 9,30 de la mañana se oyó un gran ruido al extremo sur del campo de aviación.
(.... Desde la puerta del cuartel vimos una gran columna de humo elevarse.
 (.... El avión siniestrado ¡Era el que a mí me hubiera tocado para saltar!


¡ Un recuerdo emocionado a nuestros compañeros fallecidos en el accidente !

Jlgv





martes

El Ejército

   Por Luís María Ansón.


En un Estado de Derecho como la Monarquía parlamentaria española, las Fuerzas Armadas están bajo el poder civil y solo pueden actuar obedeciendo órdenes del Gobierno que representa la voluntad general libremente expresada. La afirmación de un político tan inteligente como Pedro Morenés, de que el Ejército no actuará “si todo el mundo cumple con su deber” es ambigua y exige una puntualización. El Ejército solo actuará si recibe órdenes del Gobierno legítimo de la nación. No corresponde a las Fuerzas Armadas tomar ninguna iniciativa en este sentido. Deben limitarse a hacer lo que se les ordene.


Ciertamente, el artículo 8 de la Constitución dice: “Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”. El texto no puede ser más claro pero la decisión de aplicarlo solo corresponde al poder civil. Eso ocurrió en 1934 cuando Lerroux, presidente del Gobierno de la II República España ordenó al general Batet que tomara la Generalidad porque Companys había declarado, no la independencia de Cataluña, sino el Estado catalán dentro de la República federal española, lo que suponía el incumplimiento de la Constitución republicana.
De lo que se trata ahora es de no reproducir confrontaciones pasadas. Hay que emprender la tercera vía que es la del diálogo y el acuerdo. Y si esto no fuera posible, y suponiendo que en las elecciones catalanas se imponga “Juntos por el sí”, aplicar el artículo 155 de la Constitución, inhabilitando a Arturo Mas, nunca encarcelándolo, y suspendiendo parcialmente la Autonomía para lo que basta la Guardia Civil sin necesidad de intervención militar, lo que sería a estas alturas de la democracia española, incongruente.




viernes

Ifni.- Las Navidades de 1957








Las Navidades de 1957 en Ifni, resultaron ser a mi juicio, una paradoja digna de estudio, siendo además un poderoso estímulo para la reflexión.
Esta paradoja permite demostrar las limitaciones de las herramientas de la mente humana.



Caso “A”.-
“He dejado escrito en algún lugar que las Navidades de 1957 no fueron tan malas del todo y resultaron hasta casi divertidas para algunos de nosotros, aunque no tanto para aquellos que debían estar de guardia permanente. No obstante, el espíritu de aquellos jóvenes también estuvo salpicado de anécdotas simpáticas con las bromas o intervenciones artísticas de algunos de sus compañeros.

Carmen Sevilla y Miguel Gila entre otros artistas del momento, llegaron a Ifni para actuar ante los paracaidistas y así alegrar un poco la Navidad de aquel año.



También recuerdo que no faltó ni el turrón ni el vino. Pero también quiero recordar que nuestros compañeros del Regimiento Soria nº 9 y de Tiradores, que estaban en lo alto del monte Bulalam, veían desde lejos el jaleo que se armaba gracias a las actuaciones de los artistas. Algunos de estos compañeros que pudieron bajar hasta nuestro campamento, no se fueron de vacío a su regreso, porque todos nosotros les felicitamos las fiestas y les llenamos sus macutos con parte de cuanto habíamos recibido puntualmente como aguinaldo. Otras viandas las habíamos comprado con nuestro dinero en la cantina y en las tiendas de Sidi-Ifni.
Reconozco que hay otras versiones más exigentes con la historia de aquellas navidades, pero en honor a la verdad hay que reconocer que como siempre, la juventud se impuso por encima de la precariedad de la situación. A posteriori supimos que se había retrasado la entrega de miles de paquetes de turrón y vino recogidos gracias a un programa radiofónico. Fuese porque se perdiera por el camino una gran mayoría, lo cierto es que meses después nos fueron llegando algunas viandas que nos vinieron de perlas”.

Unas Navidades agridulces".


  Caso “B”.-
“Soy un veterano de la guerra de Ifni y recuerdo el día que aparecieron en la montaña, en aquella primera línea de fuego que se había establecido. Eran chavales como nosotros, reclutas llegados de la Península a reforzarnos a nosotros ya curtidos en el fuego enemigo, llenos de miseria y sucios. El aspecto no debía ser muy alentador y así se reflejaba en los rostros de aquellos al vernos. Era Navidad, los moros esos días nos dejaron tranquilos, seguramente por respeto a la religión.

Venían a reforzarnos y lo hicieron reclutas de reemplazo, prácticamente de sus casas a la primera línea.
Ocuparon el flanco derecho, un montículo enfrente del cual
había otro y en lo alto como siempre, algún que otro moro que por su situación estratégica dificultaba tomar la cota.
Dos días después de la llegada de aquellos reclutas, yo estaba de guardia en un montículo de donde se divisaba toda la vaguada y vi, recién llegados, como aquellos chavales sin ninguna experiencia subían la ladera bajo el fuego enemigo. Y vi cómo caían muertos o heridos hasta conseguir la cota. ¡Lo que nos costó cada cota! 




Ha pasado mucho tiempo y ha quedado en el olvido el regimiento al que pertenecían, pero han quedado en mi mente aquellos chavales como yo, llegados a primera línea vestidos casi de “domingo” y que también como yo, unos días después con la rapidez que da la guerra por la supervivencia, habían aprendido a sobrevivir, matando para no serlo uno mismo. Habían aprendido a casi no comer, ni beber, a poco dormir en el suelo y como almohada la mochila con ocho bombas de mano reglamentarias y a convivir amigablemente con los piojos y las pulgas.
Son mis recuerdos de aquellas Navidades".



Caso “C”.-
“Las Navidades de 1957 las pasé en Sidi Ifni montando guardias en las trincheras, y aunque algún día que otro se producían tiroteos, y aun sin que fueran las mejores de mi vida, tampoco estuvieron tan mal.
De la Península empezaron a llegar aguinaldos de todas clases, algunos, muchos, llegaron después de Navidad, ya estropeados los comestibles, tal como los mantecados, turrones, etc.
Pero llegó el tabaco que nos enviaron las fábricas de Canarias, miles de cajetillas, y el vino y licores de Montilla, Moriles, Jerez; también miles de botellas se repartían cada dos o tres días y que íbamos amontonando en cualquier rincón de la trinchera, ocupando el mismo espacio de las balas y de las bombas.

Nuestras Navidades fueron de hacer trincheras y guardias, beber y dormir y pegar algunos tiros, y comer, y más bien poco dedicándonos a escribir cartas de felicitación Navideña a la familia, que en muchos casos te devolvían porque decías algo que la censura consideraba secreto militar.

La felicitación a mi familia se quedó encima de un montón de bombas. La censura me la había devuelto.




Además de los moros, teníamos otros enemigos muy insidiosos y molestos. Eran los insectos en grandes cantidades, pulgas y mosquitos...En aquellas posiciones tan alejadas del pueblo, con la desinformación que se practicaba, sabíamos muy poco del resto del territorio, sin embargo, nos enteramos que Carmen Sevilla y Miguel Gila habían estado en Sidi Ifni actuando para la tropa, la tropa guapa claro está, los elegidos, los que mejor quedaban en el NO-DO. Un día nos bajaron a Sidi Ifni y fuimos a ver una película de Sarita Montiel.

No, esas Navidades no fueron malas pero tampoco fueron buenas. Fueron distintas.
Unas Navidades que siempre recordaré".