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Adolfo Cano Ruiz de Tiradores de Ifni





Por Adolfo Cano Ruiz   http://veteranosdeifni.blogspot.com.es/


Tirador de Ifni IV Tabor 23 CIA. 1957 / 58

LA EXTRAÑA GUERRA DE IFNI

La guerra de Ifni fue corta, dura y extraña.

Ya nos habíamos adaptado al clima, sufrido algún siroco o plaga de langostas (eran estas, como grandes saltamontes, rojos unos y amarillos otros, que cubrían todo). Puedo decir, que me sentía cómodo. Era una aventura africana. La rigidez militar no era extrema, convivir con otra cultura era interesante, pasear por la ciudad (Sidi Ifni) entrando al zoco, comiendo higos chumbos (un nativo solía apilarlos en un gran montón y por una Pts te dejaba una navaja algo oxidada y comías los que quisieras), bebiendo el té con hierba buena al son de una música diferente, ir de “chiquitos” con los amigos vascos al bar que apenas puedo recordar,… Sí.
Me sentía cómodo, feliz.

Debió ser sobre el mes de agosto cuando me mandaron junto a otro compañero a hacer guardia desde las caballerizas a la playa. Vivíamos de una forma extraña. Durante el día todo era completamente normal, pero por la noche parecía como si hubiera un toque de queda encubierto, ya que teníamos que controlar todo movimiento por la zona. Hubo una gran explosión en la playa y después como una aurora boreal. Nos acercamos a la playa, la gente salía de sus casas asustada y nos encontramos que los bidones de combustible almacenados estaban ardiendo (después supimos que fueron cien mil litro de combustible los que ardieron en un sabotaje). La zona de playa estaba bajo el control de la policía.

Curiosamente los viejos mosquetones máuser, que para que saliese la bala había que disparar varias veces, nos los cambiaron por otros nuevos sobre el mes de septiembre u octubre. Algo estaba pasando a lo que nosotros estábamos ajenos, incluso creo, los oficiales, aunque no así el Estado Mayor en Madrid, pues habían muchas preguntas con respuestas ambiguas, ya que desde hacia meses, había en los puestos avanzados hostigamientos e incluso muertos, que Franco consideraba eran pequeñas escaramuzas, confiando excesivamente en su amigo el “moro”

Y ocurrió. El 23 de noviembre de 1957 sobre las dos de la madrugada, estaba de guardia el capitán Rosalini en el Grupo de Tiradores y fue él quien despertó a su compañía (la 23 del IV Tabor) en silencio. El cabo furriel nos iba dando la dotación completa y así formamos en el patio a la puerta de la compañía. Suponía que aquello era un simulacro, un movimiento de tropa para ensayar algún ataque. Me di cuenta de que iba de verdad cuando escuché al comandante decir a mi capitán “tiro, tío” y al capitán decirnos “al que fume le corto los huevos”.

Fue desde ese momento que sucedieron los desagradables acontecimientos. Una guerra es lo más cruel que se puede imaginar. Cierto que desde la “noche de los tiempos” existen, pero es muy diferente leer, ver o escuchar a ser uno mismo el que metido en la vorágine de un conflicto armado tiene que matar, tienes que ver morir al compañero, a sentir el verdadero miedo, donde el organismo y la mente se acomoda por la supervivencia.

Salimos en silencio y nos situamos en la primera montaña, lindante a Sidi Ifni (desde la cumbre se dominaba la playa). Hubo al amanecer fuego enemigo, escuchamos los primeros “pacos” y algún que otro mortero, pero salvo aislados escarceos no fue lo que yo esperaba. Hubo desde un principio como el “yo estoy aquí” (la cota de enfrente) “si quieres ven”. Claro que tuvimos que ir.

Necesitábamos ensanchar el cinturón de defensa de una primera línea provisional que se había establecido en defensa de la ciudad. Aquí, sí que nos costó, sangre, sudor y lágrimas. Aquello sí fue la guerra, pero una guerra extraña, un ejército sin ninguna experiencia, en alpargatas, dentro de una “chilaba” y en la cabeza un gorro rojo (tarbush) que indicaba al enemigo donde te situabas (hablo de Tiradores de Ifni). Unos oficiales o suboficiales hacían lo que podían. Había que ocupar el montículo de enfrente y se ocupaba. Antes le daba un repaso la aviación o bombardeando el Canarias, pero los primeros nunca o pocas veces acertaban en la cima y los segundos solían equivocarse de cota. (Demencial).

Lo cierto que los “cuatro moros” cuando llegábamos a la ladera allí estaban y nos “freían”. Estaban defendiendo lo que ya consideraban propio.

Cuando teníamos que ocupar una cota, (la orografía del territorio de Ifni era montículos y vaguadas sucesivas) se formaba una punta de lanza por Tiradores y los flancos apoyados por Paracaidistas y Legión. Dominada la cota, era Tiradores los que se quedaban defendiendo la posición. Alguna vez, llegados a la tarde noche, el sargento situaba los puestos por pelotones y en la oscuridad nos distribuía (por la dificultad de orientación en un terreno nuevo) unos delante y otros unos cincuenta metros detrás. En consecuencia, aunque parezca cómico, nos disparábamos entre nosotros, hasta que el teniente ponía orden.

La guerra de Ifni fue extraña y la mayor chapuza del régimen. En tan solo algo más de tres meses, nos dejamos por nada, unos trescientos muertos y más de quinientos heridos.

Algo más de tres meses fue el tiempo que se necesitó para liberar lo que se pudo, en columnas de rescate, donde se sufrió verdadero desgaste de tropa. Dinamitando los puestos al abandonarlos (eso me hizo ya pensar, que el territorio de Ifni se entregaba ya a Marruecos).

Hubo cotas a recuperar, (duras por su poder estratégico) donde quedaron para siempre compañeros muertos y otros fueron heridos. Todo fue de una dureza extrema, hasta que los mandos superiores consideraron, que el cinturón de defensa de la ciudad era el que habían establecido, planificándolo en los despachos.

Llegaron los zapadores y montaron una alambrada de defensa a Sidi Ifni de unos quince Km. y campos de minas, que de vez en cuando explosionaban por algún jabalí o gacela con lo que nos quitaban el hambre, ya que en Sidi Ifni subsistíamos diez mil de tropa con el abastecimiento de dos mil quinientos. (Éramos la tropa que había antes y al inicio del conflicto. Los moros, unos ocho mil al comienzo) Desde la puesta de la alambrada, aunque siguió la dureza de la montaña, sin refugios (se hicieron posteriormente) con poca comida y poco agua. La exposición al fuego enemigo fue muy esporádica, era diferente. Los moros extrañamente seguían estando en la cota de enfrente. De vez en cuando nos lo hacían saber con algún fuego de mortero o disparos y así quedaron enfrente hasta la entrega del territorio.

Los Tiradores pasamos mucha hambre, fuimos los hermanos pobres de aquella extraña guerra, junto a los que vinieron a reforzarnos del servicio militar obligatorio. Entiéndase como se quiera.

Ya no había que adelantar la línea, ni formar ninguna operación (Netol, Pañuelo, Diana…) nos replegamos en la “Operación Vergüenza”. Algo se había firmado con fecha de caducidad.

El 30 de junio de 1969 a las 12:55h se entregaba a Marruecos Sidi Ifni.
Habíamos hecho parte de una farsa, habían muertos compañeros, heridos otros y la mayoría quedamos marcados con secuelas que aun hoy perduran, POR NADA

Adolfo Cano Ruiz Tirador de Ifni IV Tabor 23 CIA. 1957 / 58