Es muy de agradecer a ciertas autoridades municipales, las
agradables noches que todos hemos pasado en algunos barrios durante el verano
2012 donde no se aplica la ley antibotellón.
Todos, menos algunos vecinos, a los que los sonidos
(ruidos insoportables) cercanos, dicen que no les dejaron dormir.
Por mi parte no he lamentado el que las fiestas se
terminaran, pero no hay cuidado amigos, que volverán.
Desde que terminaron las fiestas de mi barrio, se echa en falta muy de veras aquellas
interminables reuniones de jóvenes en barra libre al aire nocturno, y todo,
rodeado de un alborotado ambiente festivo, todas las noches de todos los días,
de todos los meses del verano.
“¡Ánimo y hasta el
próximo verano que ya está cercano!. Se podrán igualar las fiestas, pero
mejorarlas será imposible.”
Aunque se terminaron las fiestas hace un tiempo, se sigue
disfrutando el resto del año de los escapes libres de las motitos, las mismas
que los simpáticos chavales hacen sonar y sonar conscientes del deleite que
causan al vecindario. Lo mismo ocurre con el dulce parloteo de pizpiretas
señoras entraditas en años y carnes, que junto a las ventanas de las plantas
bajas, se cuentan todas las noches las mismas vidas y virtudes de toda la
vecindad. También se puede sumar a este goce, el que produce el permanente
traqueteo de muebles en los vecinos de los pisos de arriba.
Se habrá notado que no doy el nombre de ningún barrio ni
de ninguna ciudad. Es sencillamente para no dar pistas a sus autoridades municipales,
por si se les ocurre tomar medidas si no están debidamente autorizadas las
calles como locales festeros, no sea que el próximo año 2013 nos quedemos sin
músicas y reuniones de jóvenes en barra libre al aire nocturno, o que algún
vecino tome conciencia de lo que significa saber convivir con el vecindario y
lo denuncie.
Alguien de mi barrio de exquisita educación, dijo una vez
en voz alta y clara: “Quien se sienta molesto, que emigre a otro lugar”.
¡Toma con la
Democracia , a la española!.