Sin ánimo de polémica, algunos de los recuerdos de mis
propias vivencias no son ni parecidas, en términos generales, a las del autor o
autora de algunas líneas escritas recientemente sobre la Guerra de Ifni. Pero a fuer de ser lo más exacto posible en al menos un
solo punto y podría señalar otros más, quiero decir que el "burdel"
estaba en plena ciudad de Ifni y no en el propio acuartelamiento.
Acuartelamiento de qué unidad?
Debe saberse también que aquellas mujeres llegaron de Canarias y eran poco más
de una docena, no un regimiento. Estas mujeres donaban voluntariamente su sangre (una vez analizada) para las
transfusiones oportunas, y aunque las monjitas del Hospital se negaron en
principio, se plegaron ante las órdenes directas del General Zamalloa.
En realidad no hubo tanta diferencia entre tu mili y la mía
allá en Ifni.
Ambos fuimos obligados a combatir en una guerra de la que no sabíamos
nada.
No obstante nuestras circunstancias fueron diferentes.
Mientras tú gozaste de la presencia de tu padre hasta los veintidós o
veintitrés años, yo me quedé huérfano de padre a los dos años de edad en un
precario Madrid.
Mientras tú hacías la mili obligatoria (desconozco a qué te dedicabas
profesionalmente), yo me vi obligado a hacer la mili como voluntario, si quería
irme cuanto antes a América, a desarrollar mis ímpetus y conocimientos
profesionales que para la época no eran pocos precisamente.
Salvando las circunstancias personales que ahora no vienen al caso, en mi caso
me encontré, en un principio, disfrutando de saltar de un avión en vuelo y
además cobrando un buen sueldo por hacerlo. Una vez en Ifni, tú al principio
dijiste una vez, que te gustaba aquel ambiente exótico. Yo ya conocía ese
ambiente pues había estado seis meses en la Legión , pero al llegar nosotros, nos vimos inmersos
de lleno en la guerra. Naturalmente que como en todas las circunstancias de la
vida, unos se adaptan mejor o peor a los cambios. Yo acepté la situación como
si de un entrenamiento se tratase porque seguía pensando en irme a América
cuando aquello terminara, sabiendo que aquello tampoco sería moco de
pavo.
Por eso me dediqué con empeño a fortalecer mi cuerpo y mi espíritu adaptándome
como pocos a las circunstancias reinantes, hasta el punto de contagiarme, una
vez ascendido allí mismo a cabo, de un espíritu patrio tan vilipendiado
últimamente.
Y mira por donde, voy y caigo herido tan gravemente que fui dado de baja para
el servicio militar.
Pero mi espíritu combativo no se dio de baja y no me vine abajo. Pensé que
debía ser mi destino y que si fue en una guerra donde perdiera un pie, igual lo
hubiera perdido bajo las ruedas de un tranvía en Madrid. Y seguí trabajando en
mi oficio; me casé; tuve cuatro hijos, etc. , y me sigue emocionando escuchar
los himnos y las marchas militares.
Y como tengo buena memoria, tengo allí guardadas las circunstancias en las que
se desarrollaron los hechos en los que yo intervine directamente en la guerra.
Por eso espero no molestarte demasiado, que cuando leo lo que dicen otros sobre
aquello, sin pajolera idea, salga al paso a dejar constancia de que cualquiera y por
aquello de quedar bien, se atreve a denunciar supuestos hechos con más mala
leche que conocimientos.
Seguiremos de charla otro día.
Un abrazo.