Salvo por las declaraciones que
siempre habrá de algún resentido por sus propias experiencias, se podría asegurar que en la guerra de
Ifni-Sahara, el modelo medio del soldado voluntario español, respondió al mismo patrón de
conducta que se había dado pocos años antes en los soldados de La División Azul.
Durante sus operaciones militares
en la región de Voljov, junto a la ciudad histórica de Novgorod, la División Azul
acometió algunas de las acciones más célebres en la trayectoria de esta unidad.
Cuando a principios de 1942 una ofensiva soviética –que perseguía restblecer las comunicaciones entre Leningrado y Moscú- engulló a la 18ª División alemana, el general de
infantería nazi von Chappuis designó a la Compañía de Esquiadores
españoles para socorrer a sus hombres. Este mismo general había guardado dudas
en el pasado sobre las capacidades de la unidad, pero ahora recurría a ella
para acometer un desesperado rescate. Los esquiadores españoles atravesaron un
lago helado a costa de su salud, con temperaturas de 52 grados bajo cero y
sin apenas provisiones, para hallar once días después a los escasos
supervivientes de la 18ª División alemana. A una veintena de ellos fue
necesario amputarles ambas piernas a causa del frío extremo.
La altura de sus acciones
condujeron a Adolf Hitler, desde «la Guarida del Lobo», a calificar ese mismo año a
los divisionarios de "banda de andrajosos", hombres impávidos que desafiaban a la muerte,
valientes, duros para las privaciones e indisciplinados. Reconociendo,
asimismo, que sus hombres se alegraban de tenerlos cerca.