Pocas palabras del vocabulario
castellano tienen la sonoridad, la expresividad y la rotundidad que comporta el
vocablo “veteranos”.
De alguna manera, el término “veteranos”
es una más de las aportaciones de la milicia a la cultura, entendiendo ésta
como conjunto de modos de vida y costumbres, de la misma forma que la milicia
tiene otras expresiones propias para definir diferentes situaciones.
Al militar que cesa en el
servicio, no se le denomina “jubilado”; se le denomina “retirado” porque deja
oficialmente el servicio, pero solo oficialmente.
Es decir, que se pone al lado,
pero nunca deja de ser, sentir y vivir la vida con vocación de soldado. Ese es
mi caso y el de otros muchos que incluso dejan permanentemente en sus blogs, retazos de sus vivencias y de sus recuerdos.
Los “veteranos” de la guerra de Ifni-Sahara de 1957/58, solo estamos “retirados” y por tanto, al igual que los jubilados reciben una pensión por los años de permanencia en el mundo laboral, los "retirados” de la guerra de Ifni-Sahara de 1957/58, independientemente del tiempo en que se permaneciera en filas, deberíamos recibir, al menos, el reconocimiento general que viniese del pueblo y desde el estamento político, para demostrar que los españoles somos diferentes en el trato recibido por los veteranos de guerra norteamericanos, cuya mitad de ellos viven olvidados y completamente en la indigencia.
Muchos de los veteranos de la
guerra de Ifni-Sahara de 1957/58
españoles nos agrupamos en asociaciones para que nuestras
reivindicaciones no caigan aún más en
el olvido.
La sociedad moderna se empeña en
buscar explicaciones y modos de entender esa forma de vivir la vida como un
servicio propia de los militares. Y sin embargo, en un vano esfuerzo en buscar
sustitutivos a lo que en realidad no es más que simplemente vocación, hasta el vocablo
“veteranos”, no le quieren aceptar.