En el año 1957 España libra una guerra no declarada en Ifni,
territorio español en África, donde el sultán Mohammed V teledirige ataques y
atentados desde su palacio en Marruecos.
El Mando decide enviar una Bandera Paracaidista, els almogàvars moderns, para defender a la población.
El Mando decide enviar una Bandera Paracaidista, els almogàvars moderns, para defender a la población.
El 8 de mayo en la
base de Ifni una patrulla de salto de la II Bandera -19 boinas negras de la 9ª
Compañía- embarca en un avión
Juncker-52. Además de los paracaídas llevan equipo de combate,
armamento, munción, granadas de mano. Se sientan apretados, las rodillas
juntas, el pasillo muy estrecho, casi no pueden moverse y escuchan como los
motores rugen mientras el Juncker se desliza por el campo. Son las 9:15 de la
mañana y cuando el avión empieza a remontar los paracaidistas, como siempre, se
santiguan concentrados en la misión.
Y nada más
despegar, la tragedia. Cuando se necesita máxima potencia, el motor izquierdo
renquea y falla.
“¿Qué pasa?” exclama el jefe de patrulla, teniente Cañadas; serán sus últimas palabras.
Dada la escasa altura, los paracaidistas no pueden saltar del avión. En segundos, el piloto realiza una maniobra para regresar al campo pero la aeronave se estrella incrustándose en la ladera de la montaña y estallando en llamas al reventar los depósitos de gasolina. El interior del trimotor es un infierno.
“¿Qué pasa?” exclama el jefe de patrulla, teniente Cañadas; serán sus últimas palabras.
Dada la escasa altura, los paracaidistas no pueden saltar del avión. En segundos, el piloto realiza una maniobra para regresar al campo pero la aeronave se estrella incrustándose en la ladera de la montaña y estallando en llamas al reventar los depósitos de gasolina. El interior del trimotor es un infierno.
Y allí, en el infierno, está
Ángel.
La cabina envuelta en llamas es un caos, a causa del
impacto los paracaídas se han abierto y sus cordones y telas dificultan los
movimientos e imposibilitan la salida. Ángel se libera de su impedimenta pero
su traje arde, el suelo está cubierto de gasolina encendida. Todo entra en
combustión.
Milagrosamente
Ángel consigue saltar al exterior envuelto en llamas, se desprende de todo el uniforme como puede y
se queda en camiseta. Está malherido, su piel está abrasada y los ojos lloran
por el humo y los vapores. A lo lejos se vislumbran las ayudas de la
base, que se dirigen rápidamente hacia el accidente. Pero están lejos, muy
lejos.
-“¿Qué
hace ese tío?”
-“Parece
que vuelve al avión, mi sargento”
Ángel
salta al interior del Juncker. En su mente resuena, no sabe por qué, una frase
que escuchó en los años de instrucción: “la vida se defiende luchando“. El acero del fuselaje
abrasa sus manos al apoyarse, allí dentro hay mucho humo y no ve nada, pero los
gritos de sus compañeros le indican el camino. Se abre paso entre cordones y
mochilas, mientras la munición empieza a explotar. Entra y sale, y vuelve a
entrar. Cuando llega la ayuda de la base Ángel sale de la cabina cargando el
cuerpo de un compañero. Hace ademán de volver al avión, pero cae desvanecido, su
piel carbonizada. Junto a él, 13 compañeros paracaidistas: Ángel los ha sacado,
cinco de ellos están vivos.
Ángel estuvo 103 días en el hospital luchando por
su vida. Perdió la visión durante una semana y sufrió lo indecible.
Años después lo recordará:
“Yo,
por desgracia, no conocí a mi madre porque murió cuando yo tenía 3 añitos. Y
allí, en Ifni, conocí a mi segunda madre, porque una monjita de allí se tiró casi un mes cuidándome“.
Aquel
8 de mayo cayeron 13 paracaidistas. Ángel recibió la Medalla Militar Individual,la primera
concedida a un boina negra, condecoración que sólo se otorga a auténticos
héroes de guerra por actos de valor irrefutable.
En el año 2003, en El
Escorial, el Rey le hizo caballero de la Real Orden Militar de San Fernando:
“Traté de ayudar, pero menos de lo que yo
desearía poder haber ayudado. Esas cosas no son heroicidades. En la vida
se te presentan unas situaciones que la escuela no puede resolver, te dan
satisfacción de poder haber cumplido con el rango máximo que pude pero nada más
y no es una obligación y no sabes, porque era imprevista la situación. Esos
valores que hoy en día, por desgracia, a pesar de que vosotros os esforzáis y
todo eso, se están perdiendo, como el
respeto, el sentido de la responsabilidad, el sentido del deber, el
compañerismo, la entrega, el sacrificio, el superarse en los momentos difíciles“.
«Hoy
en día, la juventud que tenemos está más preparada que antes, pero no
deberían haber quitado el servicio militar, por lo menos un par de meses,
cuatro meses. Porque hay valores
en el Ejército que no están hoy en la sociedad civil. Tenemos que hacer
una sociedad que dé lo que tiene y que pida lo menos posible”.
----TOMADO DE UN ARTICULO EN SU HONOR, PUBLICADO EN INTERNET ----