domingo

Recuerdos


Adolfo Cano Ruiz (q.e,d,)

 Tiradores de Ifni, IV Tabor, 23 CIA.
 1957-1958

 Recuerdo el día que aparecieron en la montaña, en aquella primera línea que se había establecido en el Bulalam (pequeña cordillera que hacia como de muralla defensiva de la capital Sidi Ifni)  eran chavales como nosotros, reclutas llegados de la península,  a reforzarnos, nosotros ya curtidos en fuego enemigo, llenos de miseria, sucios. El aspecto no debía ser muy alentador y así se reflejaba en los rostros de aquellos, al vernos. Eran una compañía, según recuerdo del batallón Soria nº 9 recién desembarcados, yo los veía  como a “niños” cuando éramos  de la misma edad pero seguramente nosotros en tan solo cinco días (del 23 de noviembre al 28) habíamos envejecido.

 Eran los días finales de noviembre, los moros habían tomado posesión del 90% del territorio de Ifni  y de una forma esporádica nos lo hacían saber con algún que otro disparo de mortero  y  alguna ráfaga perdida. Era como decir, “yo estoy aquí  si queréis algo venir”. Que extraña guerra aquella!    

 Venían a reforzarnos, y lo hicieron, reclutas de reemplazo prácticamente de sus casas a primera línea, sin ninguna preparación. . Ocuparon el flanco derecho, un montículo enfrente del cual había otro y en lo alto (como siempre) algún que otro moro, que por su situación estratégica era difícil el tomar  la cota. Dos días después de la llegada de aquellos reclutas, yo estaba de guardia  de donde se divisaba toda la vaguada y vi., recién llegados, como aquellos chavales sin ninguna experiencia subían la ladera con fuego enemigo, vi como caían muertos o heridos hasta conseguir la cota. Verdadero crimen de estado,

Ha pasado mucho tiempo y aun recuerdo aquellos chavales como yo, llegados a primera línea vestidos casi de "domingo" y que también como yo, unos días después con la rapidez que da la guerra, por la supervivencia habrán aprendido a sobrevivir, matando para no serlo uno mismo, habrán aprendido a casi no comer, ni beber, a poco dormir, en el suelo, teniendo como almohada la mochila con granadas de mano (las reglamentarias) y a convivir amigablemente con los piojos y las pulgas amen de serpientes y alacranes, aun sin alambradas y los moros enfrente

 La Guerra de Ifni junto Annual   fueron la mayor "chapuza" militar del siglo XX…  

 Era el final de noviembre de 1957 (aquel final de noviembre tuvo mucho movimiento de tropa llegados de la península). Estábamos en la montaña desde el primer día del conflicto, ya se había establecido una primera línea "provisional" y aunque todo era muy duro, parecía que había una cierta relajación en lo de combatir. Seguían esas guardias de dos horas, (dormir 2 horas, guardia 2 horas) que cuando te tocaba sustituir a los centinelas avanzados a 50 m. fuera de primera línea, se tenía que hacer con cierta cautela, porque el agotamiento hacia que alguno, aun con el miedo ante aquella peligrosa soledad, se quedase dormido con el dedo en el gatillo y cuado llegabas sigiloso al relevo tenias que  hacerlo con mucha precaución, ya que en su despertar, sobresaltado, podía ocurrir de apretar el gatillo.

 Éramos pocos para cubrir mucha línea. Por ese tiempo, vino la VI Bandera de la Legión, que vimos con alegría desde la montaña como entraban, con ese marcial paso de legionario, hasta el acuartelamiento de Tiradores. El hecho nos subió la moral. Posteriormente nos dimos cuenta que la mayoría eran reclutas sin ninguna preparación (Seguramente por la urgencia de mandar tropa de refuerzo).

 Era…el día 30 de noviembre. Se nos acercó el sargento (la 23 compañía del IV Tabor de Tiradores, el sargento creo recodar que se llamaba Otero) pidiendo voluntarios para bajar al pueblo y aunque uno sabia aquello de "voluntario ni a una paella" el salir, aunque fuese un rato de aquella horrorosa posición, me hizo dar el paso al frente. Sin saberlo, se estaba organizando la operación Netol para liberar el puesto avanzado de T´Zelata. Nos bajaron en un camión hasta las caballerizas, allí nos asignaron un mulo a cada uno cargado con armamento pesado al que había de subir al puesto de mando en la montaña.

 Yo sabía que existían los mulos, pero nunca había tenido contacto con alguno, menos aun hacerme cargo de él y conducirlo hasta el puesto de mando. Mejor me hubiera quedado, pues aquello para mí fue muy "jodido".

 Se habló que algunos se dieron un tiro en un dedo del pie para salir de allí (por el número, hizo sospechar al mando militar que investigaron)

 Salimos al día siguiente 1 de diciembre, muy de mañana, nos dieron la guarnición completa, una cantimplora de agua, una lata de sardinas, otra de carne, unos botines de tela con suela de esparto, la guarnición completa eran 20 o 25 Kg. a la espalda y adelante. Nos dijeron que íbamos a liberar a nuestros compañeros sitiados. Se formo una columna de rescate importante, el IV Tabor de Tiradores la VI Bandera de la Legión la I Bandera de Paracaidistas dos compañías  de Soria  9 una sección de zapadores  del Regimiento nº6 Sanidad y Transmisiones. Recuerdo al comandante cura de Tiradores que cuando nos disparaban los moros y la columna se resguardaba, él quedaba alguna vez de pie gritando "¡Cerdos!... ¡Cabrones!"

 La resistencia del cuerpo humano es, en muchos casos, desconocida y también los cambios de mentalidad ante el llamado espíritu de supervivencia, donde uno mata hasta con rabia y un cierto contento de no haber sido él el muerto


Los 20 Kg. cargados a la espalda se convirtieron a la primera hora de marcha en una carga insoportable, pero ocurría que cuando sonaban los "pacos" (se decía así por el sonido del disparo, "PAM" cuando te disparaban y "CUM" cuando pasaba por encima de la cabeza. Las balas peores eran las rebotadas que sonaban como "abejorros" y hacían mucho destrozo) desaparecía el cansancio y con gran agilidad se buscaba uno un sitio para atrincherarse hasta que se limpiaba la zona por la compañía de vanguardia o retaguardia.

Recuerdo algo que, dentro de mi propia batalla por eliminar de mi mente aquel  nefasto pasado, por higiene mental, no conseguí borrarlo, recuerdos que quedaron agazapados en un rincón y con el tiempo hacen acto de presencia. Es algo que, aun hoy, conservo aquella visión y escucho aquellos gritos

 Fue de vuelta a Sidi Ifni, una vez recuperado lo que quedo de la sección de Ortiz de Zarate y su cuerpo, los puestos de Telata y Tiliuin (estos puestos al marchar se dinamitaron) los moros seguramente estaban “cabreados,” y asediaban a la columna con mas frecuencia, incluso con fuego de mortero (estos disparos son “jodidos” porque no sabes donde caerá)

Fernando  Travieso  Hernández   de la 23 compañía estaba a un centenar de metros de mi, un proyectil de mortero explosiono cerca de Fernando, por la deflagración yo caí de espaldas sobre unas rocas produciéndome una rotura fibrilar con un gran derrame en la parte posterior del muslo derecho, Fernando  tuvo menos suerte sus gritos de dolor eran desgarradores, al acercarme cojeando lo que vi, es lo que no puedo olvidar Fernando estaba en el suelo con el vientre abierto y los intestinos visibles sus gritos de dolor resonaban en la vaguada aquello era dantesco. Llegaron dos sanitarios que poco o nada pudieron hacer y lo depositaron en un camión.

El eco de la vaguada quedo con sus gritos de dolor y de muerte  y yo con  el recuerdo escondido en algún rincón de mi mente seguramente ayudado por mis veinte años fuera de España. Aflora ahora, a mi desgracia, por haber acudido un día  a una comida de veteranos, que aunque me aburrieron escuchando su guerra particular en Sidi Ifni donde ciertamente lo habían pasado mal, pero era “otra guerra” fueron los que me abrieron la puerta de recuerdos que debieron quedar ocultos en mi memoria. Lo siento por mí, pero en el fondo me alegro por la Historia