Hoy
me parece un buen día para rememorar una vez más nuestra guerra olvidada. También
la más triste y reciente, porque ya pocos ancianos recordamos que en 1957
comenzó nuestro penúltimo y grotesco episodio colonial en Marruecos, la guerra
de Ifni-Sahara, una guerra que no aparece en los libros de historia y que no
suele citarse más que en algún blog que otro, como si jamás hubieran existido
los cientos de españoles que perdieron allí la vida, defendiendo los despojos
del imperio; un trozo de desierto y una ciudad al borde del mar llamada Sidi-Ifni, que ambos serían entregados diez años después sin disparar un solo tiro.
El
mismo Franco procuró silenciar la vergüenza de aquella contienda que ponía en
entredicho sus buenas relaciones con Marruecos y donde los soldados del
servicio militar obligatorio, mal preparados y peor equipados, fueron enviados a
aquellas tierras a combatir y a morir.
Esta
fue una guerra que oficialmente nunca existió ya que los periódicos de la época
apenas informaron de la magnitud del ataque que, en otoño de 1957 estuvo a
punto de costarle al ejército español otro Annual.
Para
la prensa del régimen, lo de la guerra de Ifni-Sahara no era más que una
revuelta de bandidos, una guerra de chiste, una guerra de broma, donde las simpáticas
madrinas de guerra y desde las diferentes provincias de España mandaron turrón
y mazapán a los soldados para que pasásemos dignamente las Navidades en Ifni-Sahara
y donde varios artistas de renombre viajaron para animarlos en aquella distante
y amenazadora Nochevieja. En Sidi-Ifni Carmen Sevilla bailó para los
legionarios y paracaidistas, y donde Miguel Gila se encontró inmerso en otra
guerra que parecía calcada de sus propias historias.
Porque
resulta que como soldados luchábamos, no contra cuatro moros mal armados, sino
contra una guerrilla perfectamente organizada, en ocasiones mejor equipada que
las tropas españolas, y dirigida por oficiales que se habían formado en las
academias militares de España.
Algunos
de nuestros soldados iban en alpargatas, hambrientos, con viejos fusiles de la
guerra civil que muchas veces no disparaban, y con granadas que no estallaban,
o que nos estallaban en las manos.
Y
sin embargo, entre tanto despropósito, hubo actos de valor, de heroísmo y de
camaradería, que escaparon al toque de silencio impuesto.
Buscando
entre la escasa literatura que suscita la guerra de Ifni-Sahara, han aparecido al
menos dos blogs personales para recordar a todos aquellos hombres que fueron,
como siempre, carne de cañón de la historia; juguetes como siempre de la
política y rehenes de un tiempo sin testigos.