BOMU
IPS-IMEC-SEFOCUMA
Número 119
Enero 2014
(Boletín interno UNAMU
Cataluña)
Si
nos preguntáramos si somos patriotas en España y, más en concreto, en
Cataluña, la contestación a juzgar por las apariencias en principio se antoja
decepcionante.
En cambio, las encuestas en la calle arrojan un resultado que lo contradice porque tanto las FAS comola Guardia Civil son
dos Instituciones de las más valoradas y precisamente son las que cultivan las
virtudes militares, por las que llegan a arriesgar y perder la vida en defensa
de los ideales que conforman nuestra sociedad; tanto en nuestro suelo como en
los lugares más recónditos del mundo, y no recibiendo a cambio más que una
modesta soldada de subsistencia.
Podemos ver a continuación cómo los catalanes, a las órdenes del general Prim, escribieron páginas épicas y demostraron un arrojo sin igual, sacrificando sus vidas por nuestra bandera y lo que representaba y sigue representando. Así que tras esas apariencias de desidia, de aisladas quemas de banderas y las campañas soterradas de incitación al desprecio y al odio, nosotros creemos firmemente que no es la sociedad española menos patriota que la francesa, que cada 14 de julio inunda su capital y sus ciudades con desfiles y homenajes a su bandera, sino que los diferentes son nuestros políticos que, por complejos o por desconocimiento, han descuidado –porque no queremos creer que ha sido deliberado- algo tan importante como es cultivar el amor ala Patria y a nuestra bandera.
En consecuencia no tenemos una verdadera Cultura de Defensa, en mayúsculas,
como Francia por no ir más lejos, y por eso nos alegramos esta última Pascua
Militar cuando en Barcelona se volvió a llevar a cabo un acto de izado de la
bandera en la vía pública, frente al palacio de Capitanía, y el Teniente
General Álvarez Espejo anunció su intención de prodigar los actos castrenses
abiertos al público.
En cambio, las encuestas en la calle arrojan un resultado que lo contradice porque tanto las FAS como
Podemos ver a continuación cómo los catalanes, a las órdenes del general Prim, escribieron páginas épicas y demostraron un arrojo sin igual, sacrificando sus vidas por nuestra bandera y lo que representaba y sigue representando. Así que tras esas apariencias de desidia, de aisladas quemas de banderas y las campañas soterradas de incitación al desprecio y al odio, nosotros creemos firmemente que no es la sociedad española menos patriota que la francesa, que cada 14 de julio inunda su capital y sus ciudades con desfiles y homenajes a su bandera, sino que los diferentes son nuestros políticos que, por complejos o por desconocimiento, han descuidado –porque no queremos creer que ha sido deliberado- algo tan importante como es cultivar el amor a
Porque
tenemos la seguridad de que si se publicitan debidamente el publico catalán,
como los soldados de Prim, demostrarán que son tan patriotas como lo fueron
aquellos y que sólo necesitan que se les abran las puertas de los recintos
militares para que puedan sentirlos suyos y demostrar por qué valoran la
institución militar como la valoran en las encuestas. Que la prensa local emitiera
una simple reseña del acto, nos demuestra que no es que no fuera de interés
general, que lo fue, sino que las millonarias subvenciones pesan demasiado
cuando se trata de que parezca –y demasiados se lo lleguen a creer- que en
Cataluña hoy sólo hay un pensamiento único. Que se malograra la entrega de una
bandera de combate al nuevo porta aeronaves Juan Carlos I, al parecer porque el
político local no estuvo por la labor, es más de lo mismo: no es que no sean
patriotas los catalanes sino que precisamente lo que no se quiere desde
instancias nacionalistas e independentistas es darles ninguna oportunidad de
demostrarlo y mucho nos tememos que demasiadas veces ha habido complicidad o
apatía en quienes debían velar por evitarlo. En otros escritos podréis leer las
interesantes reflexiones de un general sobre la necesidad y como debe ser un
programa que promueva la
Cultura de Defensa y, lamentablemente, también encontraréis información
del desolador panorama con que se encuentran nuestros militares para cumplir
sus objetivos, con buenas palabras, pero sin que se dote a nuestras FAS del
presupuesto necesario, algo que es crónico y no sólo por la crisis, mientras
que para los profesionales de la política sigue habiendo, desde anecdóticos y
reveladores descuentos en los precios de los gintonics de sus señorías y en sus
impuestos, beneficios camuflados como dietas y asistencias hasta en la menor
corporación local, pasando por coches oficiales para cualquiera y las más variopintas
subvenciones no solo a los partidos sino a todo un universo afín de
asociaciones, fundaciones y organizaciones que han hecho de la política su
cortijo y que superan escandalosamente a los homónimos de Alemania, por
ejemplo.
Con esos recursos dilapidados se podrían satisfacer las necesidades que requierela Defensa
Nacional , así que menos palmaditas y más presupuesto.
Con esos recursos dilapidados se podrían satisfacer las necesidades que requiere