Me refiero al sano ejercicio mental diario de leer y también de escribir. Este consejo está
dedicado a todos, pero más que nada a la gente joven: Siempre hay que procurar
destinar un rato libre al día para leer y otro también para escribir.
Y cuando buenamente se pueda, leer, a poder ser biografías, para enterarse que “nihil novum sub sole” (que no hay nada nuevo bajo el sol).
Se dice en una biografía, que posiblemente Lópe de Vega no
escribió todo lo que se le atribuye, porque quizá no le diera tiempo a lo largo
de toda su vida.
Había que hacerlo en aquella época, sin ordenadores,
mojando constantemente en un tintero la pluma de una gallina, y eso, repercutía
mucho en la velocidad de la escritura en prosa cuando menos. No digamos en
verso.
Si se lee un libro a la semana, aunque sea de pocas
páginas, lo probable es que al año se lea un promedio de 50 libros, y en
sesenta años de lector, pues unos 3.000 libros. La cuenta es muy sencilla.
Hay personas que tienen, juntando todos sus libros y los de la biblioteca de su pueblo, unos
6.000 volúmenes, lo cuál quiere decir que jamás se los leerán todos porque tendrían
que vivir más de 120 años.
Lo probable es que en una biblioteca personal, con unos
300 volúmenes, unos serán de consulta, otros estarán ahí esperando ser leídos algún
día, y otros, los más, jamás los bajaremos de su estantería. Pero todos
sentimos la necesidad de comprar algún nuevo libro cuando llegan las fechas programadas por los más interesados.
Conoció mi fallecido amigo Alfonso, a un señor que a la hora de
decorar su nueva casa y porque decían que abrigaban, compraba los libros por
metros cuadrados de estantería, de manera que quien le visitara quedara maravillado ante
tal alarde de cultura. Pero que no se le ocurriera a nadie pedirle un libro
para ojear, porque entonces se molestaba mucho y se negaba, no fuese a mancharse o estropear el brillo del
canto con sus letras doradas.
Me consta que nadie tiene demasiado tiempo ni para leer ni
para escribir, pero no obstante, y dedicado a los más jóvenes, si quieren, que tomen
en consideración el consejo dejado caer en este desinteresado blog: Leer y
escribir todos los días, un poco, cuando buenamente se pueda.