martes

Mi querida España.

En el apartado de reflexiones de este blog, quiero hoy incluir un tema de actualidad. 

Un artículo de Adolfo Cano Ruíz escrito en su blog el día 21 de julio de 2015.                http://veteranosdeifni.blogspot.com.es/


España, esta España nuestra a la que muchos amamos y otros parecen despreciar, está viviendo momentos febriles de una enfermedad de complejo diagnóstico. Ya  decía el insigne español D. Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) en relación a Cataluña:
“La sinceridad me obliga a confesar que este movimiento centrífugo es peligroso, más que en sí mismo, en relación con la especial psicología de los pueblos hispanos. Preciso es recordar, así lo proclama toda nuestra Historia que somos incoherentes, indisciplinados, apasionadamente localistas, amén de tornadizos e imprevisores. El todo o nada es nuestra divisa. Nos falta el culto de la Patria Grande. Si España estuviera poblada de franceses e italianos, alemanes o británicos, mis alarmas por el futuro de España se disiparían. Porque estos pueblos sensatos saben sacrificar sus pequeñas querellas de campanario en aras de la concordia y del provecho común”.


Estas palabras de D. Santiago ya nos dice  que España sufre de una enfermedad propia del país, es algo endémico, no tenemos culto a la Patria Grande.
Ante un momento de debilidad, agazapado, estaba un virus que con cantos de sirena y juegos de tocomocho, han convencido para dejar entrar en el conducto sanguíneo de esta España enferma, así hoy lo que era complejo el dar una solución lo es doblemente.


Yo creo, que tenemos lo que nos merecemos, aunque la verdad que me siento mal, porque aquí en Alicante, donde resido, en el nuevo grupo municipal la concejala de juventud se declara  tortillera, bollera, feminista, animalista; la concejala de cultura de Madrid, algo de lo mismo. Todo un ejemplo. Tendría que salir el Sr. Zapatero a poner un poco de orden en este patio de colegio en parte creado por el PSOE.
Yo por ser un antifranquista estuve  15 años refugiado político en Francia (1960 -1975) nunca fui un extremista, tanto, que me dan asco por romper la concordia. Hoy con ochenta años me da pena de que los españoles seamos tan “gilipollas”. Solo puedo ver lo que pasa desde mi balcón.
Qué razón tenía  D. Santiago “endémicopodeismo”.