jueves

Año nuevo, vida nueva

Por Antonio Pérez Esclarín.







No es fácil comenzar un año nuevo. Lo desconocido inquieta, no sabemos lo que nos traerá. Sobre todo en estos tiempos de incertidumbre, donde si bien España apostó por el cambio, recomponer la economía, fortalecer la moral, y cambiar la mentalidad limosnera por la del trabajo y el esfuerzo, van a exigir sacrificios muy grandes. Por eso, festejamos la llegada del Año Nuevo de manera ruidosa: explotando cohetes, bailando y abrazando a gritos a familiares y amigos, o enviándoles mensajitos de texto, con frases sacadas del repertorio para la ocasión. Los buenos deseos, que son más bien, ritual rutinario que se repite año tras año, suelen durar mientras dura el abrazo o los efluvios del alcohol que reblandece el alma y desinhibe la timidez. Así, el Año Nuevo y los planes de vida nueva, empiezan a ser vividos enseguida como el año viejo que se fue.

Pero puede haber un modo más auténtico de celebrar el Año Nuevo, sacudiendo rituales y rutinas. Para ello, hace falta valor. El valor de atreverse a planificar la propia vida lo que exige hacerse una serie de preguntas esenciales y responderlas con coraje y decisión: ¿cómo me propongo vivir este año? ¿En qué debo cambiar para crecer y para aportar? ¿Qué estoy dispuesto a hacer por España? ¿Qué actitudes de mi conducta ocasionan daño a otros y, en consecuencia, debo corregir? ¿A qué cosas voy a dedicar mis energías y esfuerzos? ¿Ello va a contribuir a mejorar no solo mi situación, sino la situación de las mayorías en España?


Los seres humanos somos los únicos que podemos decidir cómo ser. Nos dieron la vida, pero no nos la dieron hecha. En nuestras manos está la posibilidad de malgastarla o de vivirla a plenitud. Podemos vivir amargados y amargando a los demás, o vivir felices para hacer felices a los demás. Podemos ser agresivos o amables, violentos o pacificadores, destruir las vidas de otros o vivir para dar vida. Podemos especular y aprovecharnos de la crisis para enriquecernos groseramente o poner nuestras capacidades y bienes al servicio del país. Hoy se ha puesto de moda la planificación estratégica y la gente se la pasa definiendo la misión y la visión de sus empresas o instituciones. Sin embargo, muy pocos se atreven a planificarse a sí mismos, a clarificar cuál es su misión en la vida y su visión de la vida: cuáles son sus metas, sus aspiraciones, sus valores esenciales.